Maldito espejo

Herrera desde hace años tampoco encuentra el momento y, menos en los últimos meses, cuando parece obvio (menos para el círculo de próximos) que tenía que haber dimitido. Las razones se acumulan: El presidente está cansado y se le nota. El gobierno de la Junta lleva instalado en la rutina esta legislatura y parte de la anterior, porque faltan iniciativas que impulsen la acción de gobierno (los consejeros que entraron, están contagiados por la inacción), ilusión entre los miembros de la Junta para transmitir y distancia entre un gobierno que no está y unos ciudadanos que no le esperan, mientras continúan dejando en la cuneta a muchos afines. El tercer motivo, la necesidad de templar con visión de futuro las acometidas de la renovada oposición. Y por último, la necesidad de que los votantes conozcan a Mañueco. Es probable que al Presidente del Partido, ahora que se le identifica con el aparato nacional del PP, los perdedores de la moción (Rajoy, Cospedal, Maillo), le apetezca menos, pero la fuerza ahorca. Herrera nunca encontrará el momento, pero el partido corre el serio peligro de pasar a la oposición en unos meses.