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el callejón del gato

Agustín García Calvo

En su larga trayectoria profesional destacó en muchos saberes, pero tenía una espina clavada con el teatro

josé gabriel antuñano

Tres temas centraban mis esporádicos encuentros con Agustín García Calvo en su solariega casa zamorana, donde falleció en este puente de los Santos: el teatro, la universidad y la política. Incisivo, audaz, ácrata y discutible en sus planteamientos ciudadanos, ejercía su magisterio cuando hablaba de ... teatro o mejor de la forma de decir desde el escenario. Su caballo de batalla, su cantinela permanente que dirigía hacia los actores que, en su autorizada opinión, no decían bien el verso desde las tablas, tanto por el desconocimiento de los directores de escena como por las malas traducciones que se vertían de los textos de la tragedia griega o isabelina. Su aseveración no se quedaba en la teoría, sino que con paciencia, a veces, era posible escuchar el verso en acción. Su correcta pronunciación y, sobre todo, la capacidad para marcar el ritmo con los acentos tonales resultaban aleccionadores. No es de extrañar que José Luis Gómez, director del Teatro de La Abadía de Madrid, le tuviera de profesor para entrenar a los actores que se formaban en este teatro, y que los egresados de las primeras generaciones de estos cursos posean un toque de distinción por la forma de expresarse.

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