La brillantez: abrir el balcón
a la mañana, al riesgo del día.
Espejo indócil
devolviendo el viaje de la noche,
encontrando las cáscaras blancas
de lo que aún
no está estrenado ni está despierto.
La brillantez,
el aire fresco, rosado, el aire ... queriendo ser
animal que no sirve, valioso,
y no se adapta.
Después la luz trayendo a los pájaros
el don del vuelo.
Portada del libro: acuarela de José Antonio G. Villarrubia.
Volar, volar,
tomar la destreza de lo inútil,
desarrollar el músculo frívolo
del vuelo sin destino o motivo.
Incorporarse
al placer loco de los vencejos
tocando grises
tejados, cabezas grises: llevan
sus secretos con heridas hondas.
Volar a nada,
a ningún lado…
¿Qué mejor pérdida
de la edad, de la médula dulce
ahí, en los huesos?
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