Un juicio por una presunta violación, a punto de ser suspendido por no tener intérprete de un dialecto chino

La intérprete oficial acudió como en otras ocasiones, pero al abogado de la defensa no le habían informado de que su cliente, un hombre de unos 60 años, solamente se comunica con ese dialecto. «El motivo es por que en China no fue a la escuela», decían en el vestíbulo.

Como el letrado no informó a tiempo a la Audiencia, hubo que buscar en una hora una intérprete de qingtian, que se habla en un condado suburbano del mismo nombre bajo el paraguas administrativo de la ciudad-prefectura de Lishui.

Después de varias gestiones, se localizó a Linda, una trabajadora en un bazar de Toledo, que llegó en un taxi a la Audiencia y que entró en la sala con la sesión ya comenzada. Por delante y a puerta cerrada, cinco horas y media de vista oral en chino y español. Las respuestas fueron largas y tediosas a menudo, ya que Linda tenía que traducir del qingtian al mandarín las palabras del acusado; y la intérprete judicial lo hacía al castellano.

Con ese escenario, el fiscal mantuvo su petición de ocho años y medio por un delito de violación. Se aferró principalmente al testimonio de la presunta víctima, aunque el procesado declaró todo lo contrario: que las relaciones sexuales, denunciadas en mayo de 2023, fueron consentidas. Y sucedieron en la vivienda de la capital regional que compartían con más personas: la esposa del inculpado y una tía y una sobrina de la supuesta víctima.

La denuncia por una agresión sexual con penetración, supuestamente ocurrida el 30 de abril, se formuló impulsada por una prima que vive en Barcelona. La presunta víctima se lo contó a ella y esperó unos días a que su familiar llegara a Toledo para ir a la comisaría.

Pero la prima no acudió al juicio porque está embarazada y ha vuelto a China. Por la sala noble sí desfilaron, en cambio, varios miembros de la comunidad china en Toledo, a los que costó localizarlos desde la Audiencia por los cambios de domicilio. Entre qingtian, mandarín y español, hablaron de que hubo una especie de negociación para que la denunciante, de unos 50 años y con un abogado chino que pidió 12 años de cárcel, guardase silencio a cambio de dinero.

«Hay claroscuros y para condenar hay que hacer un acto de fe», dijo a ABC Juan Carlos Moraleda, el abogado del reo, después de terminar la sesión a las cuatro y diez de la tarde. «El testimonio de la presunta víctima está plagado de un cúmulo de irregularidades, anomalías, paradojas...», añadió. Por tanto, sostuvo, «no puede ser que la existencia de unos meros restos seminales en una sábana sea la prueba de cargo suficiente y eficiente para motivar una condena». Y enarboló la absolución para su defendido mientras ponía el acento en el informe forense, en el que se indica que «no había lesiones ni arañazos» en el cuerpo de la mujer.

«No se puede condenar a una persona con una declaración en la que hay un motivo espurio, que demuestra la codicia de la denunciante, que dice a mi cliente que se tiene que divorciar de su mujer», insistió Moraleda. «Como dice que no», continuó, «a los cuatro días pone una denuncia y en medio se va con su presunto agresor a negociar a un bar del Polígono una compensación por guardar silencio; y así la esposa de mi cliente no se entere de la infidelidad».

«Lo dice mi cliente y ha sido sostenido por varios testigos en el juicio», aseguró el letrado, quien llevó a la esposa del acusado para corroborarlo:. «Ha acreditado que el elemento nuclear que detonó la denuncia fue que la esposa empezó a proferir una serie de barbaridades en una red social». Se trata de WeChat, una aplicación de servicios de mensajería y llamada gratis. Similar a WhatsApp, solamente es utilizada por la comunidad china, este jueves muy presente en la Audiencia toledana.