Picadas garantiza por ahora el agua a Toledo, La Sagra y Torrijos

En la agricultura los estragos de la larga sequía ya se hacen notar de forma ostensible, y en cuanto a la garantía de que el agua siga saliendo por los grifos de miles y miles de hogares es algo que ya se mira de reojo, a la vista de la situación de unos embalses cada vez más esquilmados, tanto por el propio consumo como por la elevada evaporación que producen las temperaturas de más de cuarenta grados en muchos días.

En este sentido, los datos sobre el agua embalsada en los pantanos de Castilla-La Mancha son claros. A fecha del pasado día 16 había embalsados 1.960 hectómetros cúbicos de agua, lo que representa el 33,81 por ciento de la capacidad total de almacenamiento. Ese dato supone además 45 hectómetros menos que la semana anterior y al mismo tiempo 210 hectómetros menos de lo que ha sido la media de los últimos diez años en estas fechas.

En el caso de los embalses de la cabecera del Tajo, Entrepeñas y Buendía, han perdido esta semana 17,45 hectómetros cúbicos y almacenan actualmente un total de 548,69, lo que supone el 21,8% por ciento de su capacidad -que asciende a 2.518 hectómetros-, según los datos aportados por la Confederación Hidrográfica del Tajo. En este sentido, el embalse de Entrepeñas ha bajado 4,09 hectómetros en los últimos siete días y almacena 241,47 de los 813 que puede embalsar; mientras que el de Buendía desciende en 13,36 su capacidad y almacena 307,22 de los 1.705 hectómetros cúbicos que puede contener.

En Castilla-La Mancha por ahora son pocos los problemas de un abastecimiento que parece garantizado, pero ya han empezado a hacerse públicos los llamamientos a la responsabilidad en el consumo a través de bandos municipales o de mancomunidades de pueblos.

Posiblemente uno de los mayores abastecimiento de agua potable en toda la región, por el número de habitantes que reciben agua del mismo, sea el que llega a la provincia de Toledo procedente además desde la comunidad vecina de Madrid. Se trata del embalse de Picadas, situado en el término municipal de San Martín de Valdeiglesias y con una extensión de 92 hectáreas dentro de la cuenca del Alberche. El pantano se utiliza para la obtención de energía hidroeléctrica, riego y abastecimiento de agua potable. Picadas aporta el agua potable a la parte septentrional de la provincia de Toledo, que incluye la propia capital toledana o las comarcas de Torrijos y de La Sagra.

Si se suma la población de estas comarcas y poblaciones toledanas abastecidas desde Picadas, el resultado es que reciben el agua potable desde este embalse más de la mitad de los habitantes censados en la provincia, que ahora son unos 690 habitantes. En concreto, los 85.000 de Toledo capital, los 94.000 de la comarca de Torrijos y los aproximadamente 200.000 de la pujante comarca de La Sagra, que en los últimos años sigue creciendo de manera constante. En este caso, el abastecimiento a los municipios de La Sagra se divide entre la mancomunidad de Sagra Alta y la de la Sagra Baja, la primera con unos 60.000 habitantes y la segunda, pegada a Madrid, con unos 140.000.

Los datos de almacenamiento en este caso son más tranquilizadores, ya que ahora mismo de los 15 hectómetros de aforo total de capacidad tiene almacenados 14, pero se mira el futuro con recelo.

Fuentes de La Sagra consultadas por ABC han señalado que durante este duro verano de sequía el abastecimiento de agua para el consumo humano está garantizado. «Con Picadas pasaremos un verano sin problemas si no sube la demanda, según nos han asegurado desde la empresa que se encarga de la gestión del suministro, pero ya preocupa de cara al año próximo si las condiciones medioambientales no mejoran«, señalan dichas fuentes.

Antes de volver a las imágenes de camiones cisterna abasteciendo municipios, propias de hace décadas, ya hay llamadas y avisos desde ayuntamientos a la moderación y responsabilidad en el consumo de agua potable. Así por ejemplo, en la provincia de Toledo el alcalde de la pequeña localidad de Noez, José Antonio Ruiz Cerdeño, publicó a finales de julio un bando avisando del «masivo consumo de agua» que se había producido en los últimos días y llamando a «reducir a cero» el uso de piscinas privadas, para regar patios o limpiar coches.

También el Ayuntamiento de Orgaz ha utilizado sus redes sociales para pedir «un uso responsable del agua» a causa de la sequía extrema por la que atravesamos.

Desde la Mancomunidad del Río Pusa, que agrupa a una decena de municipios de la zona de La Jara, se ha publicado otro bando con una serie de recomendaciones que ayuden a descender el consumo de agua a causa de la «preocupante situación». Por ello, y para evitar un posible desabastecimiento a los hogares, desde la Mancomunidad se recomienda a sus ayuntamientos tomar medidas encaminadas a evitar un consumo excesivo de agua que pudiera poner «en jaque» el suministro a los ciudadanos.

Situaciones derivadas de problemas de abastecimiento han afectado no solo a pueblos pequeños, sino también a capitales. En el caso de Toledo capital, en diciembre de 1992 el entonces alcalde, el socialista Joaquín Sánchez Garrido, se vio obligado a publicar un bando para hacer frente a la bajada de la calidad del agua debido a la escasez de lluvias, lo que provocó una excesiva mineralización del agua.

Para solucionarlo, Garrido propuso el cambio para la ciudad de Toledo de la fuente de suministro, de manera que en lugar del embalse del Torcón el agua provendría del llamado Canal de las Aves, proveniente de la zona de Aranjuez y con su toma en la presa del Embocador.

En el bando se especificaba que la medida empezaría a ejecutarse desde el día 2 de diciembre de 1992, «con una duración indefinida hasta que cesen las causas que han provocado la necesidad de nuevo suministro que comenzará a utilizar a partir del día 11 de enero de 1993». Señala también las características de este agua y que «por lo tanto, no existe inconveniente sanitario para la utilización de este agua para el consumo humano ni para el resto de usos domésticos».