Toledo y «El puente de sal»

Este es el título de la ópera prima del escritor y musicólogo Juan Diego Arroyo, primer volumen de una saga de ficción histórica con la Ciudad Imperial como protagonista

Arco de entrada al puente de San Martín, en Toledo Ana Pérez Herrera

M. CEBRIÁN

08/05/2016
Actualizado a las 19:28h.

Una casa típica toledana en la calle del Ángel de la ciudad, con patio incluido, es el refugio perfecto para Daniel de Rojas, protagonista de «El puente de sal» (Editorial Círculo Rojo), primera novela de Juan Diego Arroyo . Allí compatibilizará su profesión de ... compositor musical con su trabajo en la tienda de antigüedades, en la planta baja de su vivienda. Pero una serie de sucesos le sacarán de la vida apacible que lleva en Toledo desde que sus padres se mudaran desde Madrid, siendo él adolescente.

La visita de un extraño a su tienda que busca un valioso objeto en su casa, el descubrimiento de un mosaico romano en su patio y otras serie de sucesos harán que a Daniel le cambie la vida . Ocupado en la composición de una obra musical que le llevará hasta París, comienza a rodearse de los mejores profesionales para intentar desentrañar la historia que esconde su casa toledana, que además está íntimamente ligada a su propio pasado y al de sus ancestros que se remontan a la persecución de los judíos durante el reinado de los Reyes Católicos , en el siglo XV.

Pero la investigación de los arqueólogos, archiveros e historiadores que trabajan en su casa no será nada fácil, ya que, aparte de los misterios ocultos, un asesino les acecha. Una serie de muertes en extrañas circunstancias de sus allegados sumen a Daniel en una enorme tristeza que le retrotrae a tiempos pretéritos. Los acontecimientos le hacen volver a España para rehacer su vida, pero se verá obligado a vivir en la clandestinidad y en la indigencia para no ser descubierto ni que se desvelen los secretos que esconde.

No obstante, la historia de Daniel no es la única que conocemos en «El puente de sal». De forma paralela a la trama principal, transcurren las vidas de Dionte y de Leandro , dos personajes de la Edad Antigua que guardan ciertas similitudes con la del protagonista de la novela, al estilo de lo que ha hecho el director mexicano Alejandro González Iñárritu en alguna de sus películas. Por un lado, Dionte es un joven tartesio que, desde pequeño, será testigo de la muerte de sus padres y de la destrucción de la misteriosa Tartessos. Tras ello, se convierte en esclavo y en galeote del barco del mayor traficante de personas y mercancías de aquel tiempo, con ánimo de venganza y de libertad en todo momento.

Y, por otro lado, narra la vida de Leandro, un esclavo de la villa romana de Materno —descubierta en 1983 en la localidad toledana de Carranque —, donde sirve a Acantia, segunda esposa de este prefecto del emperador Teodosio, en el siglo IV d.C. Allí el personaje de esta historia también será testigo de una serie de asesinatos y extraños acontecimientos en una época en la que los cultos paganos y el cristianismo tienen una difícil convivencia. Después de eso, vivirá varias aventuras que le llevan hasta Toledo, entre otros lugares en búsqueda del amor y de la libertad.

«El puente de sal» es la ópera prima del escritor y musicólogo madrileño Juan Diego Arroyo. Tras más de veinte años compatibilizando su investigación y difusión de la Música Antigua y su labor como profesor superior de piano, con diversos y, en ocasiones, ingratos trabajos, ahora da su salto a la novela. Este es el primer volumen de una saga de ficción histórica que ha ocupado tres años de la vida del autor debido a la ingente tarea de documentación. Prueba de ello son los numerosos topónimos de la Edad Antigua que aparecen en los viajes que realizan los personajes, las costumbres o el vocabulario de cada época. En definitiva, una novela bien escrita y documentada que dejará al lector con ganas de saber más de la vida de sus personajes en próximas entregas.

Juan Diego Arroyo, el autor

«Los puentes siempre han simbolizado la unión entre dos orillas»

-¿Por qué el título de «El puente de sal»?

-Los puentes siempre han simbolizado la unión entre dos orillas, el vínculo entre dos espacios diferentes antes separados. Así pues, en la novela, el puente representa precisamente el nexo necesario entre una época y otra, el segmento que relaciona las vidas de los personajes y los hace confluir superando las barreras del tiempo. Tiene, pues, un carácter simbólico, aunque he de añadir que, además, gran parte de los acontecimientos que condicionan el devenir de la novela suceden sobre un puente. En lo que se refiere a la sal, es un elemento que por el momento prefiero no revelar, ya que se trata de algo que los lectores podrán descubrir al final de la trilogía.

-«El puente de sal» cuenta la historia de tres personajes: Dionte, Leandro y Daniel de Rojas. ¿Qué tienen en común estos tres hombres?

-Tienen en común muchas cosas: los tres son huérfanos, viven una tragedia que determina sus decisiones posteriores, persiguen la venganza y custodian un objeto, protegiéndolo con un empeño rayano en lo irracional, pero, sobre todo tienen en común que, de un modo u otro, los tres viven engañados; sus vidas sufren un cambio drástico por diferentes circunstancias, cambio que los avoca a iniciar un viaje del que difícilmente saldrán bien parados y que no es, en definitiva, más que una búsqueda de su propio yo. Descubriremos, pues, que pese a vivir en épocas muy distantes en el tiempo, sus inquietudes, sus miedos y sus dudas son las mismas, y quizá su destino también.

-El protagonista principal es Daniel de Rojas, cuya vida apacible en Toledo cambia radicalmente con el descubrimiento de un mosaico de época romana en el patio de su casa. ¿Por qué eligió esta ciudad para ambientar su novela?

-Mi fascinación por la ciudad de Toledo es tan antigua que no recuerdo siquiera cuándo comenzó. Cualquier paseo por las calles del casco antiguo siempre me resultaba tan placentero y evocador que si alguna vez me decidía a escribir una novela, irremediable tendría que arrancar y estar ambientada en esta ciudad, como así ha sido. Además, un mosaico no aparece en una casa particular de cualquier ciudad, y pocas ciudades albergan aún tantos restos bajo los adoquines de sus calles y sus casas como Toledo.

-Toledo no es la única localización de la novela. También tiene un papel importante Villa Materno en Carranque. ¿Qué tiene de especial este lugar?

-Sobre todo su ubicación única y el halo de misterio que envuelve su historia. Un yacimiento de enorme relevancia que, como tantos otros, hoy día no vive el mejor de sus momentos a causa de la escasez de medios para su conservación, pese a su importancia a la hora de entender los cambios sociales y el modo de vida de la época Tardo Romana.

-¿Villa Materno fue en realidad el escenario de las ceremonias paganas que relata en su novela o todo lo que cuenta es solo ficción?

-Pura ficción; el personaje de Acantia, la viuda de Materno, lleno de claroscuros, y su empeño en trasladar los restos mortales de su esposo por tierra desde Constantinopla, me sirvió de inspiración para sugerir su liderazgo en una especie de sociedad secreta, heredera del paganismo ancestral del Imperio en contraposición a la imposición del Cristianismo para la que fuera comisionado Materno Cinegio en Oriente. La idea de un Cónsul del Imperio destruyendo todos aquellos vestigios del mundo pagano que hallaba a su paso, mientras su esposa dirige una secta que pretende perpetuar los ritos ancestrales, me resultó harto tentadora.

-La historia de Dionte, otro de los personajes de las tres historias de «El puente de sal», parte del principio del fin de Tartessos. ¿Cómo se ha documentado para relatar uno de los grandes misterios de la Historia?

-Indudablemente, el fin de la civilización Tartesia es uno de los asuntos más controvertidos de la Historia Antigua, y acerca de sus causas, aún no acaba de establecerse una teoría lo suficientemente plausible, por ello opté por ofrecer una visión más poética y épica que histórica, sin pretender dar respuestas a algo en lo que ni siquiera los expertos en este período se ponen de acuerdo. Con todo, la historia de Dionte arranca en medio de una invasión Púnica cuyo objeto parece ser arrasar Tarschish y eliminar de este modo a su mayor rival en el dominio de la ruta de los metales, particular que explicaría la desaparición radical de la que fuera quizá la civilización más avanzada de su tiempo, al menos en la Europa occidental. Los textos de los historiadores antiguos, Heródoto, Rufo Festo, Éforo y otros, así como diversos artículos y tratados que acerca de Tartessos publicó el historiador y arqueólogo A. Shulten, sin desdeñar la ingente (aunque no siempre veraz) información que siempre aporta la Red, han sido imprescindibles en el «mapeo» de este período de nuestra historia.

-Y hablando de misterios, Daniel de Rojas guarda en su casa de Toledo un objeto que le emparenta con sus ancestros, entre ellos un judío perseguido por la Inquisición en el siglo XV, con los Reyes Católicos. ¿Guarda usted algún secreto como el protagonista de su novela?

-En «El puente de sal», participamos de la transformación personal de sus tres personajes principales, pero también asistimos al viaje a través del tiempo del misterioso objeto y sus diferentes mutaciones. La particular relación que en ocasiones establecemos con determinados bienes materiales a los que nos sentimos vinculados a nivel sentimental, a veces puede determinar nuestras decisiones, provocando que éstas no siempre puedan considerarse racionales. La existencia del mencionado objeto es uno de los elementos que dan unidad y coherencia a la trilogía; su aparición marca el inicio de la novela y estará presente hasta el desenlace. Se dice que los escritores en general, cuando se aventuran en su primera novela, vuelcan y representan en sus personajes gran parte de sí mismos; quizá mi caso no sea una excepción, pero afirmar que también guardo algún secreto al igual que Daniel de Rojas sería ir demasiado lejos.

-En su novela aparecen numerosos topónimos, costumbres y vocabulario de la Edad Antigua. Supongo que le habrá supuesto un trabajo ingente escribir una novela histórica con tantos datos. ¿Qué le atrae de esta época?

-Cuando comencé a concebir «El puente de sal», empecé también a tomar conciencia de la problemática que suponía la superposición de épocas tan distantes unas de otras a la hora de lograr que los personajes y los lugares fueran verosímiles. Tres años de documentación, de estudio detallado de los períodos que deseaba abordar, de consulta de mapas de las civilizaciones mediterráneas antiguas, de repaso de la mitología preclásica, y sobre todo, de lectura de obras literarias y poéticas del mundo clásico, precedieron el inicio de mi obra. Durante los casi dos años que me llevó escribir la trilogía completa, varias pilas de libros, mapas de distintas épocas y recortes de revistas especializadas, me acompañaban allá donde instalaba mi rincón de trabajo. Mi fascinación por el mundo antiguo viene de muy lejos en el tiempo; ya en edad adolescente gustaba de coleccionar los famosos cuadernillos de Historia16, sobre todo los que versaban sobre la Antigua Grecia, y más tarde, leyendo algunos artículos acerca de la que los estudiosos vinieron en llamar la «Edad Oscura Griega», comencé a acariciar la idea de escribir una novela ambientada en una época tan gloriosa como «oscura» de nuestra historia como fue la Civilización Tartesia. Además, otro período que, si no oscuro, al menos era poco conocido y novelado, me sirvió para el arranque de la historia de Leandro, un esclavo al servicio de la viuda Acantia, la mujer que trasladó los restos de su esposo Materno Cinegio, a pie, a lo largo de más de dos mil millas romanas y cuya personalidad y determinación se me antoja, aún hoy, fascinante.

-Esta novela es la primera parte de una saga. ¿Qué nos espera en los siguientes capítulos de la vida de Daniel de Rojas? ¿Volverá a Toledo?

-La segunda parte se centra en las vidas de Daniel y su antepasado Abraham, y en ella narro paralelamente ambas historias, desde la huída del judío y su larga singladura por el mediterráneo tal como hiciera Dionte siglos atrás, hasta los viajes de Daniel tras su escapada desesperada de Toledo y su experiencia como indigente en Madrid. Como cabe esperar, en el volumen segundo el paralelismo entre ambos va tomando mayor cuerpo, y además, el misterioso objeto también hace su particular periplo, sufriendo una transformación sorprendente y condicionando nuevamente los destinos de los protagonistas. Si Daniel regresa a Toledo o no, es algo que prefiero reservarme; únicamente diré que, si lo hace, quizá no lo haga en la forma que se pudiera imaginar.