La cosecha literaria que viene
La cosecha literaria que viene
El verano puede suponer muchas cosas: una forma de vestir (las queridas chanclas), un cambio de paisaje (el deseado mar y las socorridas piscinas), una manera de alimentarse (el gazpacho y la sandía), una alteración de los horarios (acostarse o levantarse tarde), un volver a ... cultivar amistades que no han sido muy frecuentadas (o tratadas con esa sequedad de los correos electrónicos) e incluso el desasosiego para los amantes de la «bendita rutina» que de manera inexorable vuelve a aparecer en septiembre. Pero sobre todo el verano es el reino en el que cada uno es administrador de su tiempo . Y es que pueden estar ausentes muchas cosas en las vacaciones de verano, pero lo que nunca faltará es la capacidad que tenemos de diseñar nuestra jornada, decidir lo que queremos hacer, que por supuesto incluye el hacer nada, algo muy frecuente sobe todo en los primeros días de nuestro merecido descanso… En el fondo el hombre es un programador de planes y subplanes, tanto a corto, como a medio y largo plazo. Por decirlo de otro modo: el hombre estival es empresario de su reloj. Y esa es la grandeza que se nos ofrece ésta época del año.
Cada uno dedica ese tiempo libre a lo que quiere, en especial al cultivo de sus aficiones. Cómo en botica, hay de todo, pero lo cierto es que resulta difícil encontrar a alguien que no tenga una especial predilección por alguna cosa: las motos, los sellos, la jardinería, la pintura, etc. Y aquí es dónde entran los libros, que nos ofrecen también otro tipo de paseo marítimo para gozar de la imaginación. Y no sólo leerlos sino, y este es el otro lado que queremos resaltar, escribirlos .
Escribir un libro
Se dice que uno de los propósitos vitales de la mayoría de las personas es escribir un libro, pero lo cierto es que, al igual que otros muchos de estos proyectos, nunca llegan a materializarse. Parece que ésta norma general encuentra una de sus excepciones en una ciudad cómo la nuestra, pues es difícil encontrar una semana del año en que no se presente un libro en Toledo. En efecto, en éste verano se escribirán o se rematarán algunos libros que serán las principales novedades que nos esperan después, a la vuelta del período estival. Hay muchos escritores toledanos (entendiendo por tales no sólo a los de nacimiento, sino también a los que viven en nuestra ciudad y por supuesto son también de Toledo) que ya preparan o ultiman sus próximas publicaciones. La poetisa María Antonia Ricas sacará su último poemario «Conectada» en la Editorial Celya . Esperamos con mucho interés la culminación de la trilogía (falta por publicar la tercera novela) s obre el sexo de Francisco Payo . Manuel Palencia acabará (eso deseamos) de rematar su novela «Breve noticia y simpar ejemplo de cómo hizo y deshizo su vida Juan de Segurola, pícaro alcahuete» y como buen becqueriano sacará su edición de las rimas recordadas y compuestas por Bécquer en Toledo. Por su parte Joaquín García Garijo y Santiago Sastre nos ofrecerán la segunda entrega de la serie negra protagonizada por el inspector Marín Aldana que llevará por título «La última sombra del Greco» . También aparecerán los siguientes números de la colección Toledo en tu mano que edita la editorial Ledoria. Aquí saldrán números sobre Ángel Palomino, la iglesia de santas Justa y Rufina (del académico Mario Arellano y Margarita Castro Arellano ) y el puente de san Martín (del arqueólogo Bienvenido Maquedano) .
Las nuevas propuestas
El escritor Gerardo López Laguna publicará su primera novela, Los libertadores, de la mano de Ediciones Trébedes. El novelista catalán, afincado por ahora en Toledo, Toni Gil dará a la imprenta su segunda novela: Sensación latente. El académico Juanjo Fernández Delgado publicará la novela «Como un castillo de naipes» sobre el desastre de Annual . En la editorial Ledoria aparecerá un volumen con tres obras de teatro (A cuadros, Por tres décimas y Hoy es siempre todavía) que han escrito Rafael González Casero y Santiago Sastre. No queremos dejar en el tintero a otros escritores que han sacado sus libros recientemente (como Amador Palacios, Antonio Lázaro, Jesús Maroto, Fernando Lallana, Carlos Ávila, Carlos Rodrigo y Manuel Rabalo) y que encuentran ahora el momento para adentrarse en nuevos proyectos. Sin duda, la cosecha de libros de este curso ha sido impresionante, en cantidad y, sobre todo, en calidad.
El tema estrella que iluminará el cielo de muchas publicaciones venideras será la vida y la obra del Greco (por ejemplo el volumen que prepara el escritor y editor Joan Gonper). Si algo es Toledo es sobre todo la capital del Greco y si algo es el Greco es sobre todo toledano.
Es bueno que desde diferentes perspectivas (poesía, historia, novela, arte) se ofrezcan distintas versiones del Greco. Por un lado, es conveniente poner en circulación lo que ya se sabe del Greco para que lo conozcan las generaciones actuales (especialmente los más jóvenes). Por otro, se trata de dar una vuelta más de tuerca por si se puede saber algo más sobre su vida. Desde luego que es difícil porque no contamos con documentos que nos permitan avanzar en este terreno. Es curioso que sobre la vida del Greco se extiendan tantas lagunas y también, cómo no, tantas leyendas.
La grandeza de un artista
Pero hay otro dato que quisiéramos destacar. Es el de la novedad que aportó el Greco con sus cuadros. Eso le causó problemas: no cuajó para ser un pintor en la corte de Felipe II, tuvo desavenencias con el cabildo de la catedral, fue infravalorado en algún momento histórico, etc. Pese a estos fracasos, sus cuadros rezuman algo importantísimo: un estilo propio. Supo sobreponerse a las circunstancias adversas y decidió cultivar su visión personalísima de la pintura, de modo que no nos resulta difícil poder reconocer en un cuadro el perfume del Greco o que «suena a Greco». Esa es la auténtica grandeza de un artista. Y este es el norte que creemos debe guiar la brújula de tantos y tantos escritores que aprovecharán este verano para empezar a urdir sus obras; el de dejar una huella con la que engrandecer la literatura y conseguir, especialmente, emocionarnos con lo que escriben.
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