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Sigüenza vuelve al medievo el próximo fin de semana

Del 6 al 8 de julio habrá recreaciones históricas, 130 puestos artesanales, justas a caballo, tiro con arco, hechizos, pasacalles y música en directo

El 6, 7 y 8 de julio hay varias actividades dentro de las XIX Jornadas Medievales de Sigüenza Fotos: Javier Bravo

ABC

Los próximos días 6, 7 y 8 de julio, la ciudad de Sigüenza regresará a su pasado con motivo de las XIX Jornadas Medievales. La ciudad espera la visita de miles de turistas por este motivo, y lo hace reivindicando y representando algunos de los momentos clave de su historia. A las puertas de cumplir veinte ediciones, la Asociación Medieval Seguntina, con el patrocinio del Ayuntamiento de Sigüenza y la colaboración de numerosas empresas locales, ha elaborado un programa que mantiene su esencia, pero que cada año viste con novedades.

Sus actos comenzarán el viernes, 6 de julio, con la presentación de personajes . La música estará este año más presente que nunca, tanto en las calles de la ciudad, como en conciertos en diferentes lugares, a lo largo de los tres días. Música medieval y el hechizo de las brujas, acompañarán a la puesta de largo de los protagonistas que intervendrán sábado y domingo en los diferentes actos.

El sábado, desde la Plaza de Hilario Yabén, partirá el desfile de las Jornadas. Así, los visitantes conocerán los antecedentes de los hechos históricos (con alguna recreación libre) que se narran a lo largo de los tres días. Caballeros y caballos acompañarán al cortejo real, mientras recorre las calles del Cardenal Mendoza, Mayor, Travesaña Alta, Plazuela del Cárcel, Puerta de Hierro, Portal Mayor, Castillejos y Plaza del Castillo.

El trayecto del desfile estará jalonado de cientos de puestos medievales, que en número de hasta 130 comercializará todo tipo de mercaderías artesanales, convirtiendo a la ciudad en pebetero de aromas. El desfile terminará en el Castillo de la ciudad, lugar en el que realmente estuvo recluida la reina Doña Blanca, personaje emblemático en torno al cual se organizan las Jornadas. Una vez allí, la reina dará lectura a su manifiesto. Además, este año, el periódico Nueva Alcarria recibirá una distinción por su apoyo y divulgación del evento seguntino desde su primera edición.

Tras la lectura del manifiesto, los diferentes grupos musicales que actuarán a lo largo de las tres jornadas se diseminarán por la ciudad, redoblando con su música la alegría callejera y animando los puestos. Uno de ellos será la seguntina Batukada de la Vera Cruz. Por la tarde, en las eras del Castillo, llevará a cabo el asalto al castillo por caballeros fieles a Doña Blanca (aunque no fuera un hecho real), la entrada del Rey Pedro I y las justas de Caballeros. Y por la noche, la ciudad lucirá a la luz de las velas en una bella noche de verano, antes del hechizo de las brujas.

Ya el domingo, llegará el destierro de Doña Blanca, y la lucha de Pedro I con Enrique de Trastámara , con la intervención de Du Guesclin (aunque realmente se produjera en Montiel). En resumen, de viernes a domingo, la ciudad lucirá sus mejores galas, volviendo a reivindicar un tiempo en el que fue escenario de toma de decisiones trascendentes en la historia de España.

Los hechos históricos que se recrean

Desde su primera edición, las Jornadas Medievales se articularon en torno al personaje real, doña Blanca de Borbón, que estuvo confinada en el Castillo de Sigüenza durante cuatro años por su marido, Pedro I El Cruel. En la Edad Media peninsular, la presencia histórica de Sigüenza es indiscutible, tanto por ser la época en que se erigen sus monumentos más representativos, la Catedral Cisterciense, siglo XII, y el Castillo Episcopal, este último protagonista principal de las Jornadas Medievales, como por el hecho de que durante el Medievo, el episcopado de Sigüenza está presente en la gran mayoría de avatares históricos que sucedieron en nuestro país, por medio de sus obispos titulares.

Doña Blanca de Borbón fue la esposa repudiada por Pedro I de Castilla y de León, confinada en el Castillo episcopal. Este es el acontecimiento que da pie a las Jornadas Medievales de Sigüenza. La Asociación Medieval seguntina toma como eje de actuación para su actividad de promoción medieval de la ciudad la presencia de Doña Blanca en el Castillo, y desde unas profundas e indiscutibles raíces históricas que se hunden en una de las épocas más conflictivas de la historia española, instrumenta año tras año –empezaron en 1999- el discurrir de la actividad anual de la Asociación, que comprende no sólo las propias Jornadas Medievales, sino una serie de actos sociales siempre orientados a la exaltación de la Edad Media en la localidad.

Blanca de Borbón era hija del Duque de Borbón, cuñada del Delfín de Francia y sobrina en línea directa del propio rey de Francia, a la sazón Juan II El Bueno. A la edad de 18 años contrajo matrimonio, por intereses de Estado, con Pedro I, rey de Castilla y de León, apodado «el cruel» o el «justiciero». Por aquel entonces, Pedro I, de la misma edad que Doña Blanca, ya se relacionaba con su concubina, María de Padilla.

La tramitación de los esponsales de Doña Blanca de Borbón con Pedro I fue accidentada, como era la época que les correspondió vivir: Guerra de los Cien años en Europa, Peste negra, Guerra entre Aragón y Castilla en España. Tras muchos circunstancias, por fin el 3 de junio de 1353, Pedro I y Blanca de Borbón se casan en la Iglesia de Santa María la Mayor en Valladolid, en presencia de Leonor de Aragón y Alonso de Alburquerque (valido de Pedro I) así como de los hermanos bastardos del rey, Enrique y Tello de Trastámara, siendo más tarde el primero de estos el protagonista del episodio final del reinado y muerte de Pedro I.

A la boda se supone que acudió el obispo de Sigüenza, Pedro Gómez Barroso. A los tres días de la boda el Rey Pedro I abandona a su esposa, Blanca de Borbón, y se marcha a residir con María de Padilla, con quien acababa de tener una hija. Algunos historiadores justifican este abandono de su esposa por parte de Pedro I por el incumplimiento del rey de Francia de las capitulaciones matrimoniales. Sin embargo, el matrimonio entre Pedro I y Doña Blanca se dio siempre por válido, tanto en Francia como por el propio Pedro I, quien así lo cita en documentos posteriores sobre donaciones a favor de la madre de María de Padilla.

El primer refugio de Doña Blanca tras su azarosa boda, fue el Monasterio de Santa Clara en Tordesillas , para posteriormente pasar a Medina del Campo, en compañía de la reina madre, Doña Leonor. Posteriormente Doña Blanca se traslada a Toledo, a finales de 1354, por consejo de los obispos de Sigüenza y Segovia. En Toledo se refugia «en sagrado» en la propia Catedral, desde donde es llevada «en rebeldía» por el pueblo y el concejo toledano al Alcázar, como reina de Castilla. El 17 de marzo de 1355, el rey Pedro I toma Toledo, protagonizando junto con sus hermanos bastardos un sangriento episodio contra la población judía y los caballeros toledanos. Pedro I rehúsa llegar al Alcázar toledano, donde se encontraba Doña Blanca, y ordena que sea vigilada por la tía de María de Padilla, y también que, cuatro días después, sea llevada a Sigüenza, para lo que previamente hace prisionero a Pedro Gómez Barroso, obispo de Sigüenza, enviándole a Aguilar de Campoo.

Aquí comienza la etapa final de la estancia de Doña Blanca de Borbón en el Reino de Castilla. Paradójicamente, no existe documentación escrita en los archivos seguntinos sobre la presencia de Doña Blanca en la ciudad de Sigüenza, según parece por las represalias dictadas por Enrique de Trastámara al asumir el Reino de Castilla y de León en su afán de silenciar todo lo referido al reinado de su hermano Pedro I. La historia seguntina de Doña Blanca ha de documentarse por los testimonios cruzados de diversos historiadores que vinieron a validar la leyenda popular.

La estancia de Doña Blanca de Borbón en el Castillo episcopal de Sigüenza duró cuatro años, estando en él como confinada o retenida, no como prisionera, acompañada de una pequeña Corte, formada por su secretario Ottobon de Oliva, su capellán Juan Oyuel y los caballeros que la custodiaban, Iñigo Ortiz de la Cueva y Ruy Pérez de Soto, y posiblemente su dama Leonor de Saldaña.

Doña Blanca habitó en el Castillo la torre que hoy lleva su nombre, si bien no exactamente la celda que se exhibe en el Parador en que hoy se ha convertido. Entonces, Doña Blanca tuvo que poder contemplar cómo se concluía la Catedral, y se iba levantando su almenada torre, así como escucharía y regiría su horario de rezos y comidas por las campanas de las cercanas iglesias románicas de San Vicente y de Santiago. Asimismo podría contemplar las travesañas y sus callejuelas que daban vida a la judería, en la que se irían pignorando las escasas joyas restantes de su ajuar, para sufragar los gastos de su mantenimiento en el supuesto cautiverio.

Desde Francia y desde la Corte de Aviñón de Inocencio VI se dirigieron misivas constantes que convencieran a Pedro I de que abandonase la persecución a Doña Blanca, actuaciones éstas que no sólo no consiguieron su intención, sino que provocaron en el Rey de Castilla y de León represalias contra los cortesanos españoles que residieran fuera de su Reino, que era desde donde se le estaba atosigando.

En la ciudad de Sigüenza y en su castillo episcopal es donde Doña Blanca de Borbón más tiempo reside durante su estancia en España . Encerrada allí, perdió toda esperanza de que sus parientes la socorrieran, de que la intervención del papa fuera eficaz y de que su marido, apenas conocido por ella, la llevara a su lado.

Pedro I mantiene durante estos años una compleja guerra con los nobles castellanos y con su hermano bastardo Enrique de Trastámara durante la que una derrota en la batalla de Araviana le hace ver que peligra la «seguridad» de Doña Blanca en Sigüenza y ordena su traslado a Andalucía discurriendo el año 1359.

En plena discordia castellano-aragonesa Doña Blanca es trasladada a Jerez de la Frontera, al tiempo que el Castillo seguntino es ocupado por el nuevo obispo de la Diócesis de Sigüenza, Don Juan Lucronio, Abad de Salas. En Jerez de la Frontera Doña Blanca de Borbón ocupa la denominada «Torre de Doña Blanca» en el Pago de Sidueña, en el camino hacia el Puerto de Santa María, para acabar residiendo en la también denominada «Torre de Doña Blanca» en Medina Sidonia, custodiada por Iñigo Ortiz. Esta sería su última residencia en España.

En 1361 muere Doña Blanca de Borbón en Medina Sidonia por causa desconocida pero, con seguridad, no natural. Unos historiadores hablan de envenenamiento, mientras que otros citan su asaetamiento por el ballestero Juan Pérez de Rebolledo, por mandato de Pedro I. Fue sepultada en la Iglesia del Convento franciscano de Jerez de la Frontera, según consta en la lápida mandada situar por la Reina de Castilla, Doña Isabel La Católica, en la que dice que Doña Blanca de Barbón falleció a los 25 años de edad.

El III Duque de Borbón, hermano de Doña Blanca, quiso vengar su muerte, y en 1366 envía una tropa al mando de Du Guesclin para apoyar a Enrique de Trastámara en su lucha contra Pedro I de Castilla y de León, ambos hermanos bastardos. Este mismo Du Guesclin es quien posteriormente en otro episodio histórico, ayuda a Enrique de Trastámara en su duelo fratricida con Pedro I, causándole la muerte en Montiel en 1369, instaurándose así en Castilla la dinastía de los Trastámara. En este episodio es donde parece ser se pronuncia por Du Guesclin la célebre frase de «...ni quito ni pongo Rey, pero ayudo a mi Señor».

Y estos son los hechos históricos que, en su etapa seguntina, la Asociación Medieval de Sigüenza exalta y divulga en sus ya tradicionales Jornadas Medievales, con un programa de actos que cubre las distintas etapas de la historia de Doña Blanca de Borbón en la ciudad.

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