Leonor estrena el título de Princesa de Viana en su primera visita a Navarra
La Heredera visita entre este viernes y este sábado junto a los Reyes Pamplona, Viana, Leyre, Olite y Tudela
La Reina se adentró en la Ciudad de los Muertos para escuchar a los vivos
Enviada especial a Navarra
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Iniciar sesiónPamplona, Viana y Leyre fueron las tres paradas que los Reyes y la Princesa Leonor realizaron este viernes, durante la primera jornada de su gira por Navarra, que concluirá mañana tras su paso por Olite y Tudela. La Heredera estrenó su título ... de Princesa de Viana nada más llegar al Palacio de Navarra, en Pamplona, donde tuvo la oportunidad de conocer la historia de este principado en el Archivo Real y General, donde se conserva un documento único, sin copias, que refleja una de las decisiones más trascendentales de Carlos III en los últimos años de su reinado. Con 36 años en el trono y apenas dos antes de morir, creó un título nuevo para la Corona navarra: el principado de Viana, destinado a su nieto, el infante don Carlos.
La Princesa Leonor tuvo acceso a este escrito, redactado en romance navarro y fácilmente comprensible hoy, que recoge literalmente la voluntad del rey: «Que de aquí adelante se intitule nuestro nieto […] príncipe de Viana». Con esta innovación, Carlos III no solo reforzaba el prestigio y la dignidad de la monarquía navarra, sino que equiparaba al reino con otras coronas europeas como Castilla, Aragón, Inglaterra o Francia, cuyos herederos ya contaban con títulos asociados.
«Agradezco de corazón el cariño con el que me habéis recibido en mi primera visita oficial a la comunidad foral de Navarra. Siento un gran respeto y estima por lo que supone este título de Princesa de Viana y el hecho de haber podido ver ese documento original de hace más de 600 años en el que este título queda instituido para los herederos del Reino de Navarra, me compromete y me responsabiliza para comprender aún más su dimensión histórica y simbólica», dejó escrito la Heredera en el Libro de Oro del Palacio de Navarra. Y fue entonces, al concluir su firma, cuando estrenó el título que la vincula a estas tierras: «Con todo mi afecto. Leonor, Princesa de Asturias y de Viana».
Tras las palabras de la Princesa, llegaron las de sus padres. «Saludamos con gran afecto a las instituciones de Navarra y a todos los navarros y navarras y compartimos la alegría de esta primera visita oficial de nuestra hija y heredera la Princesa Leonor como Princesa de Viana. Gracias por todas las muestras de afecto y por el apoyo para que la Princesa siga su camino de conocer cada día más y mejor esta tierra y su pueblo que siente con fuerza su identidad y su historia como parte de la España constitucional para seguir encarando juntos un mejor futuro», escribieron los Reyes Felipe y Letizia.
Pero la creación de este título hace 602 años no se limitaba solo a una nueva distinción para el reino. También establecía la entrega al príncipe de un conjunto de villas, castillos y territorios estratégicos situados en el extremo occidental de Navarra, una zona vulnerable frente a Castilla. Ese espacio se convertía en un principado cohesionado, indivisible e inseparable del reino, destinado a garantizar ingresos para el heredero y su séquito. Como subrayó Félix Segura, jefe del archivo, detrás de su carácter institucional había un gesto íntimo: el afecto de un abuelo hacia su nieto.
Los mensajes en el Libro de Oro
«Me compromete y me responsabiliza para comprender aún más su dimensión histórica»
Así, después de Pamplona, los Reyes y la Princesa se desplazaron hasta Viana. Al contrario que en la capital, aquí la expectación por la llegada de los tres fue mayor. Centenares de vecinos se acercaron hasta el ayuntamiento y se arrancaron con vivas a la Princesa de Viana en cuanto llegaron a la localidad. Hubo aplausos, besos, abrazos y fotos a las puertas del consistorio, un edificio barroco de piedra sillar que preside la plaza Mayor desde 1692. Bajo su monumental escudo de España, flanqueado por leones y adornado con torrecillas, la alcaldesa Yolanda González y los concejales de la corporación municipal les dieron la bienvenida. En el despacho consistorial, la Princesa firmó en el libro de honor y después salió junto a sus padres al balcón, desde donde volvieron a saludar a los vecinos de Viana.
De vuelta en las calles del pueblo, recorrieron Navarro Villoslada, arteria del Camino de Santiago que atraviesa la localidad; contemplaron la Casa de Cultura, antiguo Hospital de Peregrinos, referente del gótico civil en el que Felipe VI, siendo Príncipe de Viana en 1998, entregó el premio homónimo al cineasta Montxo Armendáriz. Concluyeron su visita en San Pedro, cuyas piedras medievales recuerdan el esplendor gótico de la villa. El recorrido terminó en los Jardines de Serrat -en honor al cantautor catalán y Premio Princesa de Asturias de las Artes-, levantados sobre el antiguo cementerio de la iglesia.
Rechazo de Bildu
La jornada tuvo también un trasfondo político. Aunque los actos de la Princesa causaron cierta expectación tanto en Pamplona como en Viana, formaciones como Bildu o Contigo Navarra expresaron su rechazo, tachando la presencia de la Familia Real de «provocación» en vísperas de un homenaje a dos etarras.
Estas protestas, sin embargo, no consiguieron hacer sombra a la Princesa Leonor, quien junto a sus padres continuó la jornada en Leyre, previo paso por Pamplona, donde tuvieron tiempo para almorzar antes de continuar con las actividades institucionales.
Esta primera jornada en Navarra terminó en el Monasterio de Leyre, cuna del antiguo Reino de Navarra y primer panteón real. A última hora de la tarde, los Reyes y la Princesa llegaron en helicóptero a este templo, referente espiritual y principal monumento románico de Navarra, donde les recibió la presidenta navarra María Chivite.
Las campanas del monasterio no dejaron de repicar a su llegada. Mientras sonaba el himno de España, accedieron a la iglesia, donde se encontraba la comunidad benedictina. Ocuparon los sitiales frente a la arqueta neogótica que custodia los restos de los primeros monarcas navarros, erigida por Florencio Ansoleaga en el siglo XIX para honrar la memoria de la dinastía Arista. El canto gregoriano de los monjes marcó la solemne liturgia que recordaba la profunda relación entre este monasterio y la historia del reino y que concluyó con el himno de Navarra. La Princesa Leonor reforzó estos lazos con una ofrenda floral en el panteón real, gesto que vinculó la tradición medieval con el presente de la Corona.
Una botella de ginebra
Tras la ceremonia, bajaron a la cripta, donde el abad subrayó la importancia espiritual y patrimonial de este monasterio. Un lugar donde se encuentran la fe, la historia, el arte y la naturaleza. Como recuerdo de la visita, los Reyes y la Princesa recibieron las primeras botellas de licor de hierbas y ginebra elaboradas en el monasterio, fruto del trabajo manual de los monjes. Al salir a la iglesia, contemplaron las panorámicas de la sierra, antes de dar por concluida esta primera jornada en tierras navarras.
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