DESDE MI ESCAÑO
Murió Cubillo, ¿y qué?
Gracias a la inteligencia de un pueblo canario que jamás dio pábulo a personajes de esta calaña
FALLECIÓ Antonio Cubillo , ¿y qué? ¿Acaso se van a loar y a glosar ahora sus «hazañas», entre ellas la de los 583 muertos del accidente más grave que ha sufrido la aviación comercial y que se debió a sus bombas ... en el aeropuerto de Gran Canaria, que provocaron el desvío de todo el tráfico aéreo a Los Rodeos, en Tenerife?
Cubillo ha muerto, y con su desaparición sería deseable que también lo hiciera por siempre esa propaganda independentista con la que cuatro «iluminados» siguen machacando y reclamando una Canarias libre, ¿pero libre de qué? Casi un 100% de los habitantes de las Islas no quieren ver ni en pintura la posibilidad de estar separados del resto de España, incluidas personalidades dentro de Coalición Canaria, partido que por mero interés electoral ha intentado adoptar el discurso secesionista de Cubillo cuando le ha convenido. Ya se sabe que a más paro y a más pobreza social siempre suele funcionar lo de culpar a Madrid de los males propios.
Siempre habrá quien crea que este abogado laboralista era un héroe, una especie de mencey que vino a liberar a los canarios de las cadenas castellanas. Ya saldrá un Pedro Guerra o una Televisión Canaria a cantar y contar su biografía, olvidando, evidentemente, que tiene tras de sí un reguero de sangre importante . Siempre habrá quien sostenga el argumento de que él no hizo chocar los aviones. Físicamente no, evidentemente, pero no podemos soslayar el hecho de que el tráfico que podía asumir el aeródromo de Gando no era el mismo que el del aeropuerto del norte de Tenerife.
A Cubillo, después de este episodio y del intento chapucero por parte del Gobierno de Suárez de pretender cargárselo de forma torticera en Argel , sólo se le conoce por la patochada de los clavos, las chinchetas y las pintadas cuando por primera (y de momento última vez) vino la Vuelta Ciclista a España hasta el Archipiélago. Este sujeto, en compañía de sus compinches, se dedicó al innoble arte de boicotear de mil maneras el normal desarrollo de la prueba aun a riesgo de poner en peligro la vida de los propios corredores.
Así actuaba y era su manera de defender a Canarias de los «invasores» , que no eran otros que los godos (los peninsulares), que conforman nada menos que el 25% de la población de la Islas.
Afortunadamente, gracias a la inteligencia de un pueblo canario que jamás dio pábulo a personajes de esta calaña, las Islas han podido evolucionar, presumir de españolidad y sobre todo estar en el seno de una Unión Europea que durante muchos años ha tenido un especial mimo con este territorio. Lo que pasa es que era muy fácil hacer proselitismo independentista con las siete estrellas verdes desde un despacho y con el riñón cubierto.
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