Jaume Anglada, cantante mallorquín y amigo íntimo del Rey, en coma inducido tras ser arrollado por un coche en Palma

La madrugada de este viernes, la calle Joan Miró de Palma, a la altura del número 330, se tiñó de tragedia. Anglada, de 53 años, permanece en la UCI de Son Espases, luchando por su vida, después de ser arrollado por un coche cuyo conductor huyó sin mirar atrás. El golpe le causó un traumatismo grave que afectó su bazo y su cadera. Mallorca entera contiene el aliento, y entre quienes esperan noticias está su amigo más ilustre.

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El accidente ocurrió a las 1.30 horas de la madrugada, cuando Anglada circulaba con su vespa. Un turismo, en sentido contrario, realizó una maniobra prohibida para incorporarse a otra calle. El músico no tuvo tiempo de esquivarlo. El golpe lo lanzó contra el asfalto. El coche, en lugar de detenerse, aceleró y se dio a la fuga. La Policía Local, con la colaboración de varios testigos que memorizaron la matrícula, localizó horas después al presunto responsable: un joven de unos 20 años, con síntomas de embriaguez, que fue detenido en su domicilio. Se le imputan delitos de lesiones por imprudencia grave y omisión del deber de socorro.

La noticia ha conmocionado a la isla y al entorno más íntimo del Rey. Porque Jaume Anglada no es sólo un referente cultural en Baleares; es, desde hace más de dos décadas, un amigo cercano de Felipe VI. Se conocieron en el marco de la Copa del Rey de Vela a principios de los 2000, cuando don Felipe aún era príncipe. Compartieron mar, confidencias y un vínculo que ha resistido el paso del tiempo y los protocolos de la Corona.

El pasado 1 de agosto, apenas una semana antes del accidente, el monarca acudió a un concierto suyo en el Real Club Náutico de Palma tras competir a bordo del Aifos. Allí, Felipe VI se mezcló con el público, aplaudió, bailó 'Échame a mí la culpa' -y el año pasado hasta tarareó a Perales- mientras Anglada, descalzo y con la guitarra en mano, creaba un clima íntimo. Una cita oficial, una reunión entre amigos con música como excusa.

En otras ocasiones, ambos han coincidido en escenarios mucho más terrenales, como el asador Nitos, un pequeño local de 40 metros cuadrados fundado en 1969 y convertido en parada habitual de las visitas reales a Palma. Allí, entre pollos asados y viejas fotografías colgadas en la pared, evocan la escena de Anglada tocando la guitarra junto al dueño, un reflejo de esa Mallorca de amistades y tradiciones que une al músico con el monarca.

Nacido en Palma el 13 de septiembre de 1972, Jaume -o Jaime, como también se le conoce- creció entre acordes y salitre. Comenzó tocando el saxofón a los ocho años, pero la guitarra terminó robándole el corazón. A los 13 ya componía canciones, y a los 20 recorría bares y pequeños escenarios de la isla. Su debut discográfico llegó en 1996 con 'Dentro de la noche', producido por Roger Eno. Desde entonces, ha forjado una carrera que mezcla rock, folk e intimismo, con trabajos como 'Empezar de nuevo' o 'Nunca tendremos Graceland'.

Su música ha viajado a Madrid, París, Londres o Tel Aviv, pero siempre regresa a Mallorca, donde vive con su esposa Pilar y sus dos hijos, Jaime y Julia. La discreción ha sido su sello: un artista de renombre que sigue saludando por la calle y colaborando en causas sociales locales.

En 2015, un proyecto benéfico lo unió a la actriz y presentadora Carolina Cerezuela. El experimento se convirtió en un dúo estable que mezcló la energía rockera de él con el toque pop de ella, incluso grabando en Nashville. Compartieron más de 60 conciertos y, aunque las habladurías los emparejaron, siempre defendieron que su relación era puramente artística. Su última aparición conjunta fue en enero de este año, en un festival en Palma.

Hoy, el cantautor que ha puesto banda sonora a tantas noches de verano en la isla permanece grave y en coma inducido, rodeado de un equipo médico que lucha por revertir las secuelas de un golpe brutal. En la sala de espera de Son Espases, familiares, amigos y seguidores esperan noticias y confían en que «saldrá» de ésta. Entre ellos, no se descarta que aparezca, discreto y sin focos, ese amigo que suele vestir de azul marino en el mar y que, en tierra firme, siempre ha sabido bailar al ritmo de la guitarra de Jaume Anglada.