Las urnas catalanas ponen a remojo las barbas andaluzas

De todos esos titulares, el derrumbe de Ciudadanos es quizás el que mayor impacto pueda tener en la vida política andaluza ahora por cuanto supone en la relación de fuerzas de la coalición de Gobierno. Por más que fuera previsible que los catalanes que confiaron su voto en 2017 a Inés Arrimadas le devolvieran ahora su «espantá», pagando ese abandono con la misma moneda, el contundente batacazo tuerce más la línea de confianza con el electorado que viene experimentando el partido naranja desde 2019 y obliga a Arrimadas a replantearse muchas cosas. Entre ellas si no le merece preocuparse más por los activos del partido que generan certidumbre. Arrimadas que hacía cuentas del coste de «la foto de Colón», ya sabe lo que cuesta arrimarse a Pedro Sánchez . El reciente viaje a Sevilla de la jerezana generó más dudas que certezas en la dirección regional del partido. Más se diría que envalentonó a los críticos de Juan Marín . Ayer, uno de ellos, Fran Hervías , exsecretario de Organización al que Arrimadas recolocó en el Senado, lanzaba un tuit directo al mentón de la actual dirección nacional: «No aprendieron de los errores –suyos también– del pasado, pero tampoco de los aciertos» que llevaron al partido «a ganar en Cataluña. Día triste y me apena que haya gente que no esté a la altura. Mientras, el verdadero drama de España es el sanchismo y la banda campando a sus anchas», añadió como ejemplo de la tensión que reina ahora en esas filas.

Mientras el partido naranja vivía su particular tarde de cuchillos largos , el lema electoral catalán «Para que ganemos todos» rondaba ayer la cabeza de los inquilinos de San Telmo como una incógnita de qué hacer en el futuro. Pero la única certeza es que Marín es vicepresidente de la Junta y que hoy se sientan con él cuatro consejeros de Ciudadanos en el Consejo de Gobierno.

Para el PP-A quedar los últimos en Cataluña es tan mala noticia, como el resultado de Cs, pero no más que empezar a asumir con normalidad que sus siglas resultan irrelevantes en Cataluña y el País Vasco, a pesar de ser un partido nacional que opta a gobernar. En Andalucía preocupa sobre todo la depreciación de la marca y lo que ello puede suponer para Juanma Moreno que, según las encuestas, suma cada vez más crédito electoral desde que llegó a San Telmo, pero que no puede olvidar ni un día que ese viaje fue posible a pesar de su más que discreto resultado electoral del 2-D de 2018 .

La irrupción de Vox en el Parlament remarca otra tendencia que desmiente a las encuestas que auguraban el declive de los populismos. El escenario puede llevar a engaño, pero en esa confrontación con el independentismo Vox tendrá un escaparate que promete aprovechar para remarcar su mensaje y encarecer sus apoyos a un Gobierno andaluz al que atacará por su mansedumbre exigiendo más al «cambio». La mala hora de Ciudadanos le fortalece como futuro socio natural del PP, pero desnuda el talón de Aquiles del centrismo del Gobierno como ayer se apresuraba a advertir el secretario de Organización del PSOE andaluz, Juan Cornejo, con toda intención: «quien blanquea a la ultraderecha acaba devorado por ella».

¿La máxima puede aplicarse a quienes blanquean a los independentistas? De momento, para la dirección socialista andaluza el éxito del «efecto Illa» les ha caído como un rayo. Susana Díaz lo calificó ayer en redes como «un rayo de esperanza», aunque la cita meteorológica le amenaza, con trueno incluido, a nada que, quien dice Sánchez dice Iván Redondo , considere que es el momento oportuno de que se haga «un Iceta» y deje paso al futuro.