El dinero que trajo «Curro» para celebrar la Expo 92 con los andaluces

Acordada la organización de la Exposición Universal en Sevilla, la Junta de Andalucía puso en macha un plan de inversiones para asegurar que los efectos de aquélla se dejaran sentir en toda la comunidad y en vez de despertar los habituales recelos provincianos, se vislumbrara la celebración como una oportunidad para vertebrar Andalucía e intervenir en los desequilibrios territoriales y en las bolsas de subdesarrollo más destacadas en aquellos años.

El «impacto regional» de la Expo dio para muchos informes de expertos locales y regionales que intentaban fijar años antes hasta dónde llegaría la huella turística de la Expo o las «migraciones de mendigos»que se producirían durante la muestra. La expectativa de una fuerte inversión en pocos años fue analizada reiteradamente como un problema que abriría las diferencias entre las provincias andaluzas más que como una oportunidad para transformar el territorio andaluz.

En su informe «La Expo 92 y los desequilibrios espaciales andaluces», el historiador y profesor de la Universidad de Córdoba Antonio López Ontiveros apuntaba ya en 1986 que la Expo podría contribuir al apuntalamiento e incluso fomento de los profundos desequilibrios espaciales existentes en Andalucía y proponía una curiosa abstracción para llegar a esa hipótesis: «Si pudiéramos aislar la celebración de la Expo 92 de sus connotaciones de prestigio internacional, compromiso del Estado español, bagaje histórico, valor cultural e incluso previsibles ventajas para la ciudad de Sevilla y otros espacios puntuales andauces, si pudiéramos hacer caso omiso de todo ello y enfrentarla únicamente con uno de los objetivos prioritarios del Plan Económico de Andalucía —la corrección de los desequilibrios territoriales—, su celebración habría que valorarla no sólo como una medida que no sólo no contribuye a corregirlos, sino que por el contrario acentúa las tendencias desequilibradoras».

Con semejantes perspectivas, la Junta de Andalucía, entonces presidida por José Rodríguez de la Borbolla , propuso la ejecución de un plan de inversiones con la intención de que toda Andalucía se sintiera parte de la «fiesta» en las distintas capitales.

Así se propuso e l Plan Andalucía 92, dotado con 32.000 millones de pesetas (192,3 millones de euros) a repartir entre las ocho capitales andaluzas. La Administración autonómica «invitaba» a los ayuntamientos —todos de signo socialista excepto el comunista de Córdoba— a redactar un listado de proyectos dividido en cinco grandes áreas: infraestructuras urbanas, dotaciones culturales y deportivas, actuaciones en cascos históricos, recuperación de monumentos singulares y grandes eventos conmemorativos.

El plan de obras se solapaba con otras grandes inversiones externas sobre todo en carreteras, como la A-92, la A-49 o la circunvalación de Granada.

Sólo en el capítulo de obras de infraestructura urbana, Andalucía 92 supuso para muchas capitales una transformación radical y su entrada en la modernidad. Es el caso de la ordenación de la Rambla de Belén en Almería, posiblemente uno de los cambios más representativos. Almería sumó también el auditorio «Maestro Padilla». En Córdoba sirvió para reurbanizar la zona de la nueva estación del AVEy hubo también para remodelar la Ronda de los Tejares o la misma plaza de las Tendillas y el nuevo puente del Arcángel.

Huelva proyectó una veintena de obras entre las que destacaba el paseo marítimo y la urbanización de las zonas de Pescadería y Zafra, que con el tiempo acogieron algunas de las más importantes expansiones residenciales de la ciudad. Como proyecto en el casco histórico remodeló el Barrio Obrero, el conjunto de casas inglesas de la Compañía Minera de Riotinto que ahora ha cumplido un siglo. No obstante, la remodelación del Gran Teatro y, sobre todo, la de la Casa Colón y la construcción del contiguo Palacio de Congresos, son las obras más apreciadas de aquella efeméride tan importante para la capital obubense.

En otras capitales las inversiones fueron a proyectos básicos como el saneamiento y depuración de Jaén , presupuestado entonces en 500 millones de pesetas, así como la variante Sur. La ciudad sumó a la lista la rehabilitación del teatro Darymelia y las obras del parque y auditorio de la Alameda, aunque entre las iniciativas más costosas se apuntó entonces la construcción de la plaza de las Culturas.

En Cádiz el plan generó no pocas discusiones, se apostó por mejorar la infravivienda del casco histórico, si bien el anuncio de la celebración del campeonato del mundo de vela hizo que mucho presupuesto se dirigiera a la zona portuaria y a otros enclaves de la bahía. Algunos de los edificios singulares para aquella prueba mundial están hoy abandonados.

Los malagueños vieron cómo Andalucía 92 remodelaba su trama urbana gracias a las primeras medidas de cambio del curso del río Guadalmedina, una de las catorce actuaciones aprobadas, entre otras, la remodelación del Castillo de Gribralfaro y el Palacio Arzobispal, la adecuación de la Alcazaba y el teatro Romano.

También Granada apostó por un Palacio de Congresos y se preparó para acoger cuatro años después el campeonato mundial de esquí.

No fue un camino de rosas. La gestión de tantas obras no fue fácil. Pronto en muchas capitales interpretaron los retrasos como el pago que había que asumir porque se daba prioridad presupuestaria a la Expo. Algunos proyectos se modificaron, otros no se hicieron, pero Andalucía al completo cambió.