Romería del Rocío 2025
Todo el mundo quiso ser rociero en una procesión de masas que estrenó la ampliación del recorrido
Crónica
La Virgen del Rocío recorrió su aldea en una multitudinaria salida que alargó el itinerario tradicional y pasó por la hermandad de Sevilla
La nota negativa la pagaron los romeros de Villamanrique, que se quedaron sin presentación cuando los almonteños pasaron de largo por su casa
Almonte pasa de largo por Villamanrique en la procesión de la Virgen de Rocío
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El Rocío
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Iniciar sesiónDentro de unos días se cumplirán 32 años de un hito que marcó la historia de la devoción rociera lanzándola definitivamente a la universidad: la visita de Juan Pablo II a la aldea para postrarse ante la Blanca Paloma, tras lo cual pronunció desde ... un balcón del santuario aquel célebre «¡Que todo el mundo sea rociero!». Hoy, la Virgen del Rocío traspasa todas las fronteras imaginables, las visibles y las invisibles, las físicas y las psicológicas, como ha vuelto a quedar demostrado en la multitudinaria procesión de este Lunes de Pentecostés.
Una procesión que fue más rápida, ágil y fluida que en años anteriores por varios motivos. Para empezar, el buen discurrir del paso de la Virgen, especialmente al principio de la noche. Desde el salto de la reja a las 02.42 de la madrugada no pisó el suelo hasta las inmediaciones de la hermandad de Pilas, transitando sin grandes parones en la mayor parte del recorrido, aunque con el paso de las horas el cansancio fue haciendo mella en los hombres de la Virgen.
La otra gran novedad al respecto fue la ampliación del recorrido tradicional por la plaza de Doñana, que permitió una distribución mucho más escalonada y eficiente de los simpecados de las filiales, facilitando las presentaciones y el propio discurrir de la procesión, que se relajó en su tramo final y terminó a eso de las 12.32 del mediodía, tras más de nueve horas y media por las arenas.
Dos nerviosos conatos de saltar la reja antes de tiempo mientras se rezaba el rosario por las calles de la aldea hacían intuir que los almonteños querían sacar a la calle más temprano a su patrona para regresar también a buena hora y así esquivar las altas temperaturas que ya causaron estragos durante el domingo. Sin embargo, finalmente el salto de la reja se produjo tan sólo un cuarto de hora antes que el año pasado.
Si toda la procesión contó con una afluencia masiva de público, algo que lleva años experimentando un crecimiento sostenido, los primeros compases de la misma fueron especialmente bulliciosos. La explanada del santuario y el paseo de la marisma, donde por la mañana se había celebrado la misa de Pentecostés, estaban abarrotados, igual que El Real y la zona del acebuchal. Durante la presentación ante la hermandad de Umbrete, la Virgen recibió la tradicional lluvia de pétalos de sus romeros, sin duda una de las más copiosas de cada lunes de Pentecostés. No cabía allí un alfiler y se vivieron instantes de apretura.
Desolación entre los manriqueños
Antes de aquello se vivió, sin embargo, uno de los momentos que más dieron que hablar de la noche: el discurrir de la Blanca Paloma a la altura de Villamanrique sin que los almonteños acercaran el paso ni lo detuvieran para que los peregrinos de la primera y más antigua pudieran rezar la salve. Muchas personas achacaron esa inusual actitud a una especie de «castigo» por conflictos que ha habido entre ambas corporaciones en los últimos meses.
Sea como fuere, y sin que ninguna de las dos se haya pronunciado oficialmente –cabe recordar que el pueblo de Almonte es soberano a la hora de llevar a la Virgen por la aldea–, no es una imagen que la romería de mayor repercusión y movilización de Andalucía y España pueda permitirse en un momento en el que la devoción por la Virgen del Rocío es verdaderamente universal. Prueba de ello es la hermandad de Bruselas, que este año cumple sus bodas de plata llevando la fe rociera al corazón de Europa.
Yo me quito mi sombrero
Uno de los aspectos más especiales del Lunes de Pentecostés, en el buen sentido en este caso, fue la mencionada ampliación del recorrido de la Reina de las Marismas, que resultó todo un acierto tanto por cumplir la función para la que se introdujo, redistribuir y agilizar las presentaciones, como por las hermosas estampas que regaló en la plaza de Doñana y la zona del eucaliptal antes de que las andas se incorporasen al itinerario habitual a la altura de la hermandad de Gines.
Inolvidable es ya la presentación que hizo la Virgen en la engalanada casa de la hermandad de Sevilla, que la recibió a eso de las ocho y media de la mañana con un sonoro repique de campanas y con el coro preparado para cantar en cuanto la Blanca Paloma se pusiera frente a su puerta y se rezase la salve. «Largo ha sido el camino, aún más larga la espera», entonaban los romeros hispalenses, conocedores de que todo merece siempre la pena, y más aún en este 9 de junio que va directo a los anales de la filial de la colegial del Salvador. Sus peregrinos han cumplido 75 caminos de la mejor manera posible y arropados por buena parte de la aldea.
Una devoción universal
Cada peregrino tiene una historia con la Virgen y la expresa de una manera distinta. A lo largo del recorrido se han visto abrazos, sonrisas, carcajadas, lágrimas, miradas fijas y bocas cerradas. «Tenía tantas cosas que pedirte, y al verte no me acuerdo de nada». Quizá esta lapidaria frase pronunciada por una devota a la salida de la calle Camaristas describa a la perfección lo que tantas personas sienten al ponerse delante de la patrona de Almonte. «No da tiempo más que de mirarle la cara, no de hablarle», coincidía otra romera ya de vuelta tras su presentación con Villanueva del Ariscal.
Si la fe rociera tiene un patrimonio que destaque, más allá del artístico y el histórico, que son muy abultados, es el humano. Peregrinos de 127 hermandades filiales y otra buena cantidad de agregadas y de culto repartidas por los rincones más insospechados. Todos ellos han hecho -y hacen- grande el Rocío que nació desde y por Almonte. Y el legado está más que asegurado, porque a lo largo de la procesión fueron muchísimos los niños a los que sus padres subieron al paso. Por todo ello, cada vez son mayores las multitudes en torno a la Blanca Paloma, se buscan recorridos más largos y espacios más amplios. Las palabras de Juan Pablo II parecen haberse seguido a rajatabla. Todo el mundo quiere ser rociero, y no hay –o no debería haber– nada ni nadie que pueda interponerse. Porque de todos es el regalo que hizo Dios a los hombres y Almonte al mundo con la Virgen del Rocío.
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