El físico que convirtió Sierra Nevada en los Andes para 'La sociedad de la nieve'
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Iniciar sesiónGranada se convirtió en los Andes sin salir de Sierra Nevada en el rodaje de 'La sociedad de la nieve'. El responsable de esa metamorfosis es Félix Bergés, físico, supervisor de efectos visuales y ganador de ocho premios Goya. Su plan combinó rodaje ... real durante casi cuatro meses con extensiones digitales que elevan cumbres, abren valles y empujan el horizonte hasta que la imagen «lee» cordillera andina. «Todos los fondos que se ven detrás de los personajes son falsos. Están hechos por ordenador», ha explicado. La misión era simple: que el público creyera estar en los Andes mientras pisaba las montañas andaluzas.
La diferencia entre ambas cumbres está en las cifras y condiciona cada plano. El Mulhacén mide 3.479 metros y el Valle de las Lágrimas, 3.660 metros. El escenario real del accidente queda 181 metros por encima del techo granadino. En escala general, los Andes se estiran 7.000 kilómetros y coronan picos como el Aconcagua (6.961 metros), mientras Sierra Nevada ocupa en torno a 80 kilómetros. Traducido al lenguaje de pantalla: había que dar más altura, más profundidad y más horizonte sobre una base andaluza que ofrecía buenos niveles de nieve, mucha luz y facilidad de accesos.
El corazón del trabajo estuvo en la nieve, porque ahí se juega la continuidad. El equipo captó en altura lo que no se puede fingir : vapor de la respiración, cristales de hielo en barba y cejas, huellas que ceden bajo la bota, brillos en contraluz. Con ese material anclado a la luz de Granada, llegaron las capas invisibles. «Hacemos simulaciones de nieve con mucho cuidado para que el espectador no distinga lo real de lo ficticio», ha subrayado Bergés. La nieve añadida tapó calvas, alargó ventiscas y mantuvo la misma dirección e intensidad del viento de un plano a otro. Así, una toma despejada en Sierra Nevada encaja en pantalla con una tormenta andina sin saltos.
Los planos abiertos exigieron cirugía fina. Sobre la fotografía real se construyeron entornos 3D y extensiones digitales para elevar cotas aparentes, multiplicar crestas y ensanchar valles hasta el tamaño andino. Antes de rodar, el equipo previsualizó encuadres con una herramienta que superponía la silueta de Sierra Nevada y la orografía de los Andes, de modo que cada plano quedaba «casado» y la luz real marcaba el color y el contraste que seguirían los fondos digitales.
El calendario en alta montaña fue una prueba de resistencia. «Nos hemos encontrado con miles de problemas. Ha sido muy complicado», ha admitido Bergés. Cambios bruscos de tiempo y jornadas al límite tensaron el plan, pero el balance ha sido nítido: «Al final ha quedado muy bien; la película he tenido muy buena crítica». El recorrido internacional, muy cerca del Óscar, ha confirmado que la verosimilitud nace de un engranaje donde rodaje físico y efectos invisibles trabajan al mismo ritmo.
La grabación aprovechó paisajes reales, pero la posproducción se encargó de borrar cualquier rastro que delatara que no eran los Andes. Rótulos de pistas de esquí, postes de luz o trazas modernas desaparecieron en el proceso digital. «Es muy normal borrar cosas», ha explicado Bergés. La base natural de Granada se mantuvo intacta; el trabajo de efectos se ocupó de transformarla hasta que pareciera una cordillera salvaje, sin huella humana.
Andalucía plató de superproducciones
Andalucía se ha consolidado como un territorio clave para la gran industria audiovisual. Su clima estable, con muchas horas de sol, la variedad de paisajes en distancias cortas y unos accesos que abaratan costes convierten a la comunidad en un plató natural de primer nivel. Félix Bergés, que reside en Jaén, lo ha descrito de forma sencilla: «Andalucía lo tiene todo».
Más allá de su potencial como escenario, el físico defiende que la región debe dar un paso adelante en la posproducción. Reclama incentivos y una apuesta firme por la formación especializada. «La clave es que los gobiernos ayuden. Que haya academias, universidades y cursos», ha subrayado. Con esas palancas, Andalucía puede dejar de ser solo el gran decorado de las superproducciones para convertirse también en un polo de referencia en efectos visuales, capaz de generar y retener todo el ciclo de trabajo.
La sociedad de la nieve demuestra hasta dónde puede llegar ese modelo. Lo que el espectador ve es una epopeya de supervivencia en los Andes; lo que sostiene cada plano es Sierra Nevada transformada por la ingeniería de un físico. Andalucía ha estado delante y detrás de la cámara, como escenario y como taller digital. Y ese doble papel marca el camino: ser tierra de rodajes y, al mismo tiempo, motor creativo de una industria capaz de competir al más alto nivel.
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