José María Bellido: «Necesitamos más financiación para garantizar los servicios públicos»

—Es la primera vez desde la creación de la FAMP que hay un cambio de signo político en la presidencia, que hasta ahora siempre había estado con responsables del Partido Socialista. Creo que es bueno que la alternancia llegue también al municipalismo, pero siempre partiendo de que en estos organismos trabajamos desde diálogo y la participación. El cambio es la sana consecuencia de los resultados electorales y sirve para fortalecer la democracia.

—¿Cómo le explica a los ciudadanos la utilidad de la FAMP?

—Con ejemplos. Primero, cuando se aprueban leyes en el Parlamento andaluz somos un órgano consultivo, por lo que ahí se escucha la voz de los ayuntamientos. En segundo lugar, tenemos que seguir siendo también de un órgano de reclamación. No por los alcaldes o por los concejales, sino por los ciudadanos. Si estamos queriendo mejorar los servicios públicos, debemos tener más financiación y a través de estos órganos nos ponemos de acuerdo todos los ayuntamientos y empezamos a negociar con las comunidades autónomas o con el Gobierno central para lograr que tengamos al final unos mejores servicios públicos para nuestros ciudadanos. Son organizaciones tremendamente útiles.

—¿Cómo es la situación de los municipios y las provincias en Andalucía?

—Institucionalmente estamos muy bien, somos respetados y se nos tiene en cuenta. Pero, tenemos los mismos problemas que cualquier familia en su casa y hay que avanzar en mejorar esta realidad. A los ayuntamientos nos ha subido la factura de luz, como a las familias; nos han subido los intereses de la deuda, lo que sería la hipoteca de una casa; también nos han subido las cotizaciones sociales, como a cualquier empresario. Por eso, necesitamos tener una financiación clara, porque si no se regula esa financiación y esos ingresos, vamos a ser peores prestadores de servicios públicos.

—¿Qué cree usted que hay que cambiar o cómo quiere gestionar esta presidencia?

—Llevo varios años en la FEMP y he aprendido que hay que trabajar desde el diálogo y el consenso. Todos los que participamos aquí venimos votados en nuestros municipios y diputaciones. Aquí lo que hay que trabajar es quitándonos la camiseta partidista, poniéndonos la camiseta de la ciudad, de los pueblos y de las provincias, y eso es lo que pretendo trasladar.

—¿Cuáles son los objetivos o retos que tiene por delante la FAMP?

—Tenemos que marcar una agenda. Son los retos que afrontamos las ciudades. En primer lugar, el reto del cambio climático y de la sostenibilidad. También hay que cumplir y necesitamos que nos ayuden en el reto del agua. ¡Qué voy a decir yo que vengo de Córdoba y cómo está el norte de la provincia! Tenemos que hablar también del reto de la modernización, pero la modernización tiene muchas caras en Andalucía y una de ellas es la modernización de la administración.

—Esta presidencia es otra muestra del poder absoluto del PP, ¿cómo deben gestionarlo?

—Lo asumimos con toda la humildad del mundo, con absoluta apertura de mente, pensando en el consenso y en el diálogo. Somos conscientes de que, aunque nos hayan votado (PP) y nos hayan votado mucho, esto es sólo la consecuencia de que ahora tengamos tanta responsabilidad. Como he dicho en el discurso, tenemos que apostar por la igualdad en Andalucía, que es muy diversa y no puede haber diferencia entre ciudadanos de nuestros municipios, vivan donde vivan, ya sean de entornos costeros, de interior, de grandes urbes o en municipios pequeños del entorno rural. Además, mucho menos debe haber diferencias con otras comunidades autónomas.

—También tendrá que evitar desde la FAMP que se pueda producir un doble agravio de financiación desde el Gobierno central, ¿no?

—Las matemáticas políticas de las últimas elecciones generales pueden llegar a suponer que en Andalucía haya menos financiación y que, como consecuencia de esa menor financiación, también los ayuntamientos y las provincias sufran una menor financiación. Hago un llamamiento a la igualdad para que nuestros vecinos no vayan a estar más perjudicados que vecinos de otros lugares.