sociedad
Vecinos de Las Jaras: «Las familias tenemos miedo con el agua que han tomado nuestros hijos»
Emacsa ha comenzado el reparto de agua con camiones cisternas aunque ya muchos propietarios reconocen que llevan 30 años sin probar del grifo porque siempre está maloliente y turbia
Emacsa arranca el reparto de agua potable en Las Jaras tras la prohibición de beber la del grifo
Córdoba
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Iniciar sesiónLa declaración de agua no apta para el consumo procedente del embalse de La Encantada que abastece a más de 600 viviendas de la urbanización Las Jaras a las que se suman dos núcleos de El Raso y Sol y Luna no ha pillado ... por sorpresa a los residentes, que viven con el miedo en el cuerpo sin saber si los niños sobre todo, han bebido este agua del grifo, desde cuándo tienen esa cantidad de metales o si su uso para el aseo puede ser también perjudicial.
Rocío, una madre de familia con dos hijos de 11 y 7 años que lleva seis viviendo en una de estas casas de Las Jaras, reconoce que pese a gastarse más de 300 euros en un equipo de osmosis para depurar el agua que sale de sus grifos ahora no pueden beberla porque no sabe si esos metales como son el aluminio y el manganeso se cuelan a estos filtros instalados en su vivienda. Esta familia Guerrero, reconoce a ABC que «ese agua no nos la bebemos ni filtrada porque son unos metales tan complicados, por lo que desde ayer compramos agua embotellada».
El primer reparto de agua potable en Las Jaras, en imágenes
ABC CórdobaEmacsa ha enviado esta tarde el primer camión cisterna después de que la Junta haya decretado que no se puede beber el agua de la urbanización
El problema del agua no potable, a su juicio, no es tanto para los adultos como para los niños, que, «mientras se duchan o se lavan los dientes pueden tragar el agua»,, y de noche «si se levantan y tienen sed aunque les adviertas que no deben hacerlo beben del grifo, porque no son adultos».
«Vivimos con el miedo en el cuerpo. Primero porque no sabemos cuántos analálisis se han hecho antes de esta situación, por lo que desconocemos desde cuándo hemos podido estar tomando estos metales, y otra cosa si esos metales pueden afectar a la piel por ejemplo en la ducha o en el aseo personal; la informacion que llega es escasa y yo considero que opaca», lamanta esta vecina de Las Jaras.
Otra de las vecinas consultadas por ABC reconoce que nunca, ni ahora ni antes, han bebido agua del grifo en Las Jaras, siempre embotellellada, que según los cálculos, puede llegar en torno a tres litros diarios por persona sin contar el agua para elaborar la comida o hacer el café.
Estas familias advierten que «el mal olor del agua y su aspecto turbio no es nuevo; desde hace mucho tiempo es así, no de ahora». «Ahora no tenemos tantos cortes como años atrás, pero de la calidad del agua ya no nos fiamos, y vivimos en ese miedo constante... En junio hicieron controles, la fecha por no darte datos incorrectos, hace un mes y medio parecía que estaban dentro de los límites pero todo esto es bastante caótico....», admite Rocío.
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Son unas 600 viviendas afectadas con una media de cuatro o cinco personas en cada una de ellas, según explicó ayer a ABC el presidente de la comunidad de uso de Las Jaras, Sixto Roig. Aseguró que la mayoría de la gente allí no bebe agua del grifo, sino embotellada, aunque también apuntó que hay vecinos que acudirán al camión cisterna. «En principio, el agua nunca tiene un buen sabor. Yo también instalé un filtro de osmosis hace diez años por lo que el sabor no lo noto. El filtro de carbono impide pasar esas partículas. La gente se lleva quejando de que huele mal y sabe mal el agua muchísimos años, sin que las Administraciones den una solución», lamentó.
En el grupo de whatsapp de los vecinos, aseguró, la mayoría dicen sentirse «desprotegidos e indefensos», y señalan como única solución al problema que el Ayuntamiento se haga cargo del agua. Para ello, el Consistorio se ha fijado una hoja de ruta a la que aún le resta mucho para materializarse.
Pero no sólo es que ya estuvieran recurriendo al agua embotellada, sino que muchos residentes en Las Jaras utilizan medios auxiliares para sortear los cortes que llevan sufriendo años y años. En el caso de Roig, es una bomba en la piscina de la que extraen el agua por ejemplo para el aseo.
A todo esto se suma que el agua, explica el presidente de los vecinos, la pagan a empresas privadas y es más cara de lo que abonarían por la de Emacsa, un extremo que no les importa tanto como el hecho de que les den un agua de calidad. «No pido ni que me rebajen el precio pero estoy pagando agua potable, no agua de riego o para llenar la piscina. Porque, para eso, llamo a una cuba y sale más barato», denunció. Si se sigue consultando a vecinos se mueven en una línea similar. Encarna explicó que ella desde la pandemia no bebe agua del grifo, porque «tuve muchos problemas de salud a cuenta de consumir ese agua, como me dijo el médico».
«Nos sentimos desprotegidos e indefensos. Las Administraciones deben buscar una solución», dice el presidente de los vecinos
Por su parte, Silvia, una trabajadora sanitaria que pasa un mes de vacaciones en la que fue casa de recreo de toda su vida de sus padres, ya fallecidos, aseguraba que el del agua es un «tema recurrente» en Las Jaras. «Siempre ha habido problemas». «Aquí, nunca hemos bebida agua del grifo. La situación está muy crispada porque son muchos años con este problema. La gente está intranquila y los políticos no se lo toman en serio», afirmó.
Prolonga el malestar de los vecinos de esta urbanización el testimonio de Joaquín. Sintetizó rápido la situación del enclave: «Esto es un desastre». «Es que estoy pensando en irme. No tengo mucho dinero para estar siempre con agua envasada», dijo. Luego, admitió que «he dejado de invitar gente porque no me siento cómodo con lo del agua». «Varios vecinos estamos pendientes de los camiones de Emacsa», finalizó.
La hoja de ruta
El presidente de la comunidad de uso de Las Jaras resumió el sentir de los vecinos: «Todas las Administraciones tiene que implicarse y buscar solución a este problema».
El gobierno municipal trazó el pasado mandato una hoja de ruta para acabar con el eterno embrollo de esta urbanización, que está en una situación muy singular. Tiene una depuradora propia. Son empresas privadas las que asumen el suministro y la depuración (ligadas a la firma que urbanizó el enclave); y eso no es lo habitual. El Consistorio debió recepcionar la red de esta urbanización en 1994 pero, dado que en Las Jaras no había entidad de conservación creada, el proceso no acabó.
Normalizar la situación llevará un lustro y hay que desarrollar obras que tendrán un coste de siete millones
Habrá que desarrollar distintas actuaciones, valoradas en siete millones, para solventar la situación y el Ayuntamiento viene advirtiendo de que serán necesarios cuatro o cinco años para alcanzar la normalidad. La intervención más inminente será la depuradora para Las Jaras, que, gracias a un convenio entre Junta y Ayuntamiento, acaba de entrar en licitación, junto a la de Trassierra (entre ambas suman 380.000 euros de coste).
Otro paso necesario será que Emacsa ejecute la conexión de alta de Los Villares, para llevar agua de Villa Azul hasta la entrada de Las Jaras. El presupuesto será de 1,2 millones.
El tercer movimiento sería el más costoso y complejo. La auditoría, encargada por el Consistorio, estableció que renovar la red de abastecimiento y saneamiento interna de la urbanización, que tantos problemas está dando, implica obras por valor de 5,5 millones para que dicha red funcione. La cuestión clave es quién va a pagar esa cantidad, dada la especial situación en la que quedó este enclave. El Ayuntamiento sostiene que los vecinos y propietarios tienen que participar, no se sabe en qué grado, en el pago de la reurbanización del sector. Urbanismo ya efectuó un movimiento el pasado mandato: decretó que las empresas Javiaras y Laujaras, promotoras de los suelos, habían incumplido los deberes de urbanización casi cuarenta años después de haber urbanizado. Además, les pidió que señalaran bienes para un embargo preventivo de seis millones con los que pagar las obras precisas.
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