SOY CORDOBITA
El último bastión de Dios
¿Quién defenderá el templo de Córdoba en apenas diez años?
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Iniciar sesiónEscucho la inauguración del segundo ciclo «El Templo de Córdoba» , auspiciado por ABC Córdoba, por el Real Círculo de la Amistad y por la casa espiritual del Cabildo de la Catedral . Tres bastiones en la defensa de Córdoba, sus tradiciones, ... su fe y su conservación en el tiempo. Lo hago en el magnífico Salón Liceo y bajo la atenta mirada de los retratos de Séneca, el Gran Capitán, Averroes y Maimónides, también bastiones del conocimiento . Y mientras se inicia la presentación, me deleito con el cuadro de la «Entrada del Rey Fernando en Córdoba», y entonces, mágicamente se produce la conexión entre pasado y presente con las palabras del ponente y director de ABC, Bieito Rubido , sobre la titularidad de la Mezquita-Catedral , recordando que fue el rey Fernando III el Santo el que la donó a la Iglesia y que desde entonces ha tenido una posesión continuada y cuidada, que ha llevado con su gestión a generar unos ingresos en torno a los 2 millones. ¿A qué tanta polémica impostada? A qué tanto titular forzado? Parafraseando las palabras de la película de «El Reino de los cielos»: Defender la titularidad de la Mezquita o Catedral de la Asunción de Nuestra Señora, ninguno de nosotros conquistó este templo a los musulmanes, ningún musulmán había nacido cuando perdió esta mezquita, combatimos por una ofensa que no inflijimos contra los que no vivían para sentirse ofendidos. ¿A quién pertenece el Templo de Córdoba?
Estos santos lugares consagrados como Catedral de la diócesis del obispo Lope de Fitero , conviven con los 23.400 metros cuadrados de la que fue la segunda mezquita más grande del mundo, iniciada en el año 786 por el primer emir omeya Abderramán I, y que Muza en el año 714 había repartido, siendo conjunto basilical hispanorromano, al culto islámico y cristiano a cambio de tributos, por cierto sin éxito.
En los arcos del Mihrab se puede ver la evolución de los arcos de herradura visigodos de la base sobre los que se montan una segunda fila de pilares con arcos rojiblancos, descansando sobre el suelo del conjunto episcopal del siglo IV la «domus episcopalis». Probablemente, si siguiéramos ahondando, encontrarímos un dolmen o santuario ibero. ¿Qué es más sagrado? ¿Quién tiene más derecho? Nadie tiene. Todos lo tenemos. Pero defendemos este templo no solo para proteger el valor artístico de sus piedras, sino también, como relicario de la fe mayoritaria de los cordobeses que habitan hoy la Córdoba de 2019, y la gestión de una Iglesia Católica como garante de la libertad, que no impone y respeta a todas las demás religiones. El Templo de Córdoba es el último bastión de nuestra fe católica que tiene que sobrevivir al descafeinamiento religioso occidental, egoísta y perezoso que depone sus tradiciones y sabiduría para hundirse en la nada del materialismo o de los yogas orientales. Queridos cristianos, atacan nuestros templo, véase Francia, o las pintadas en nuestras iglesias fernandinas, atacan nuestras tradiciones, las luces y la fiesta de la Navidad saben ahora en Córdoba a circo y carnaval. Y porque crean jóvenes uniformes a los que no se les ha enseñado a amar lo suyo, lo que los hace únicos. Y a juzgar por la edad media de los 350 oyentes de esta conferencia, me preguntó con preocupación: ¿Quién defenderá el Templo de Córdoba en 10 años?
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