Crónicas de Pegoland
Corredera, se llama Corredera
Cambiarle el nombre a la plaza grande hubiera sido coherente con la decisión de cambiarle el alma
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Iniciar sesiónEl debate, tan fugaz como erróneo, de cambiarle el nombre a la plaza de la Corredera por Alcalde Julio Anguita González parece haberse difuminado tras varias semanas dando la vara, sobre todo, en internet. Ayer mismo, unas 16.000 personas habían firmado la propuesta ... en «change.org», una página que vive, parece ser, de que las personas humanas propongan cosas y otros lleguen y las firmen. Curioso mundo éste el del capitalismo de internet , que convierte los pegos en modos de ganarse las habichuelas. El asunto de Anguita pretendía ser un intento de rendir homenaje al fallecido político cordobés que tenía en el Sótano su partida de dominó tres días a la semana con sus compadres de pito doble y voy cerrando. No tengo nada claro que el fallecido alcalde hubiese autorizado una medida de esas características. Exégetas de la obra de Anguita hay más autorizados para dar una opinión al respecto.
Reconozco que, desde primera hora, el asunto me horrorizó. Solo propone cambiarle el nombre a la Corredera quien la tiene como escenario para tomarse las cañas y ya, aquel que no la lleva puesta si no es para llevar a las visitas a explicarles que, mira niño, como en Madrid . Ese sitio profundamente hostelero al que se le han ido retirando como a jirones todas esas cositas que la hacían tan peculiar. Los personajes que pululaban por los soportales, todas las historias que pasaban de boca a oreja. Las tiendas que ahora son garitos, todos idénticos. Ese no se qué que retrató hace años el fotógrafo A. J. González en un libro de fin de raza . Aquel lugar fascinante y lumpen. Con un día atronador y una noche no menos peculiar. Donde estaba El Patri y poco más. Y no creo que el concepto «poco más» engloble nada que sea legal.
Si esta fuese una columna de un tipo serio como Primo Jurado, que es historiador, les contaría que la Corredera fue desde la Baja Edad media el recinto ferial de Córdoba. Un lugar plano donde realizar festejos populares que han quedado fosilizados en el callejero con nombres como Toril. Y que fue Ronquillo Briceño el corregidor que ensanchó y adecentó el espacio generando un espacio urbanístico que se considera el primer proyecto de gran obra pública moderna que se realiza en Córdoba. Una actuación que ahora llamaríamos «de ciudad», que se realizó en un tiempo verdaderamente breve. Y que solo reveló ese cierto carácter peculiar, «underground» del bueno, cuando dejó de ser el centro comercial de Córdoba por el impacto de esas calles rectas, nuevas y limpias que aparecieron con los ensanches. Esta no es, empero, una columna seria sino ese echar de menos aquella otra Corredera turbia, pobre pero honrada y lo de honrada sin pasarse . Cambiarle el nombre hubiera sido, visto así, coherente con esa decisión de cambiarle el alma. Y esa ya no tiene vuelta atrás.
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