Crónicas de pegoland
La luz de la calle
El Ayuntamiento promociona el amor en San Agustín dejando las farolas apagadas
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Iniciar sesiónA la estricta gobernanta que me somete a interminables sesiones de doloroso sadomasoquismo por el cual pago—o sea, mi fisioterapeuta—, no se le ha ocurrido mejor manera que mudarse a San Agustín, territorio independiente. Si El Rea lejo es la Córdoba ... profunda, esas calles donde se celebra el Carnaval desde que Franco fue enterrado por primera vez constituyen el ítem hondo de una ciudad que se niega a perder sus señas de identidad. En un sitio donde las fruterías ya no venden frutas y las pescaderías facturan más sushi que pescadilla, es en esa zona de Córdoba donde los colmados siguen siendo colmados y las tabernas son como deben de ser las tabernas.
La cuestión es que eso ahora se llama la Axerquía , denominación pija que el pueblo llano nousa ni en pintura desde los tiempos en que los fulanos de Fernando III entraron a saco dejando las tropas en lo que conocemos como parroquia de San Andrés. Allí se dio una misa para celebrarlo, según un documentado hecho seguramente falso, donde se encuentra ahora la Fuenseca, taberna donde en estos días expone mi compadre Ernesto Hita , que es un artista de la cámara y usa el blanco y negro como no se ha visto en esta ciudad.
San Agustín y alrededores —dejen la Axerquía para los pijos del Ayuntamiento— se ha apuntado de cordobesas maneras a la efeciencia energética, a la política del decrecimiento, a lo de menos es más que nos contaban hace un chorro de años para ser de izquierda fetén . Que si la contaminación lumínima es un problema, pues solucionado, Greta. Dejamos que funcione una de cada dos farolas, cuando no una de cada tres. Hasta es posible que se encuentre uno con calles como Isaac Peral, donde se venden los palcos de la carrera oficial, en el más riguroso luto que permite que la única luz que alumbra las calles sea la de las bombillas de las casas que tienen abrir descorrer cortinas.
Yo todo esto lo entiendo como una fórmula que tiene el Ayuntamiento de animar a las parejas a procrear o para ir creando ambiente para la Semana Santa de forma que tengamos todos un espíritu de recogimiento para cuando pase el Santísimo. El problema llega cuando te cruzas con la vecina y, como eres hipermétrome que te cagas, no ves a la señora, le pisas los callos y se caga en todas tus castas. O cuando esa vecina entiende lo que no es. En concreto, que no es que te hayas acercado ni de lejos a su florida bata de andar fresquita por casa con aviesas intenciones, que no señora. Que no vas por ahí entrándole por la cara a septuagenarias que piensan para ellas, mira que he ligado. Es que los del Ayuntamiento, tanta eficiencia y tanta puñeta, ya podían acercarse por esas calles del Casco que tanto dicen defender para que funcionen las farolas. Que cualquier día vamos a atropellas nosotros, los peatones, a los pobres que reparten pizzas. Que esa es otra.
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