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Crónicas de Pegoland

La fila de la hermandad

El rostro cubierto, la vista al frente, el caminar solemne de recorrido interior

Una joven con mascarilla espera a la apertura de un supermercado de la capital ÁLVARO CARMONA
Rafael Ruiz

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La fila serpentea por las calles viejas mil veces pisadas . Todas las figuras serias, silenciosas , asumen esa cierta disciplima penitente . Apenas unos ojos que se dejan entrever sobre el cubrerrostro. Metro y medio de distancia exacta, pasos que ... se inician como una cadena. Cuando se recibe la orden, en voz queda, se camina con porte solemne , con una cadencia aprendida por el peso de la costumbre, lo que nadie ha tenido que enseñar porque en la vida, como en la literatura, lo que no es tradición es plagio. El siguiente y después el que le sigue arrancan su caminar mecánico hasta ese punto no definido en el espacio. Tejidos de todos los colores tristes -esos azules, esos blancos- tapan los rasgos faciales de la fila. Por Federico pintan de blanco los hospitales, que escribió el poeta. Los ojos al frente, el andar cansado después de tantas veces que se ha hecho lo mismo. La dignidad que imponen estos días de ese cierto retiro . De camino interior tan circunspecto.

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