EEL NORTE DEL SUR
La ventana indiscreta
Cuando tercia y hace buen tiempo nos vestimos y salimos... al balcón de la casa
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Iniciar sesiónMe pilla todo esto con el cuarto de los libros patas arriba, con casi todos en el centro de la habitación cubiertos por un plástico y el resto debajo de las camas o apilados en el pasillo. Mal momento elegí, sin saberlo, para encargar la ... renovación de las estanterías, que ya no sé cuándo las van a colocar. En ese cuarto, que es algo así como un refugio personal de lectura , música y tiempo libre, está el único balcón de la casa, un balcón mínimo para el que ya ha habido que establecer algo parecido a un régimen de turnos domésticos para que nos dé el sol de vez en cuando porque todos no cabemos. Hace una semana, por mi cumpleaños, me regalaron una suscripción a una plataforma de cine clásico: tienen una sección dedicada a Alfred Hitchcock , estuve entonces un rato curioseando y pinché en «La ventana indiscreta» y ahora me acuerdo mucho de esa película cuando en los trayectos necesarios por la calle observo a la gente que pasa el rato mirando a las ventanas que tiene al alcance por ver algo de actividad humana más allá de la familiar. Me vienen a la mente también dos libros: «El vocabulario de los balcones» de Almudena Grandes y «Ventanas de Manhattan» d e Antonio Muñoz Molina , el primero una novela en la que dos antiguos amantes se reencuentran y vuelven a enamorarse con mensajes cifrados en las cristaleras exteriores de sus viviendas y el segundo una crónica de la ciudad estadounidense a partir de la observación de la cotidianidad de la calle desde la casa del autor.
Si desde mi balcón miro hacia la derecha me adentro en la vida de una familia que tiene una terraza amplia y que hace ángulo en el primer piso del bloque. No los conozco, no sé cómo se llaman pero ya sabemos mucho de ellos. Y ellos de nosotros. Alguna vez en estos días les hemos levantado la mano para saludarles y nos han respondido. «Ánimo, saldremos de ésta», dicen. En la avenida que alcanzo a ver si fijo mis ojos al frente apenas hay tráfico desde hace dos días. Algunos vecinos, que han de estar aliviados del ruido de los coches, han colgado banderas constitucionales en las ventanas y por la mañana uno ha sacado un altavoz y ha puesto el himno nacional. Enseguida hemos escuchado aplausos y una bocina de las que se usan en los partidos de fútbol; hay quien se ha sumado a la iniciativa con un aplauso.
La reclusión doméstica impone su disciplina. El wifi, los grupos de whatsapp y las redes sociales son la tabla de salvación del cariño, del afecto, el medio por el que sobreviven las relaciones sociales, familiares. En la puerta de cocina hay ya un horario con actividades previstas: tareas de limpieza, aseo y culinarias por la mañana temprano, obligaciones académicas hasta el almuerzo, llamadas a la familia en el postre, descanso, película, juegos de mesa después, y antes de cenar subida por turnos a la azotea a recoger la ropa seca, por la escalera para hacer un poco de ejercicio . Y cuando tercia nos vestimos y salimos... al balcón, aunque se esté apretado.
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