Desde mi rincón
¡De locura!
No comprendemos cómo empresas auditadas, con consejos y gerentes bien retribuidos tienen que ser controlados por otro organismo
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Iniciar sesiónEl origen de la expresión «el chocolate del loro» parece surgir de una familia que vivía desahogadamente y al disminuir sus ingresos se vio obligada a reducir gastos. Los responsables decidieron no bajar el tren de vida que llevaban y la única decisión ... fue la de suprimir el trozo de chocolate del menú del loro. Lógicamente el futuro de la familia fue desastroso. Digo esto porque cuando reclamamos a los políticos la reducción de gastos improductivos para evitar problemas económicos, rechazan esas recomendaciones diciendo que eso es el chocolate del loro, que no soluciona nada y que lo que procede es subir impuestos mientras se pueda.
En la España en la que una persona que dice que «el dinero público no es nadie» llega a vicepresidenta del Gobierno, no debería extrañarnos que si la economía se ponen fea sean las pensiones las que paguen el pato. Ya encontrarán político (o política) que se justifique diciendo que si es cierto que el chocolate de un loro no soluciona el problema, hablado de pensiones son muchos los que las cobran.
Comentaba Aristóteles Moreno en su artículo «Magia Potagia» del pasado día cinco, lo difícil que es conjugar una bajada de impuestos con unas retribuciones extraordinarias a consejeros de empresas municipales por asistir a los consejos de administración, algo que debería ser consustancial con su trabajo como miembros de la Corporación. Personalmente creo que no sólo es difícil de conjugar sino también de digerir.
La nueva Corporación , nacida como «la del cambio», parece no comprender que si es deseable y positivo bajar impuestos, es imprescindible previamente eliminar los gastos improductivos , evitando hipotecar el futuro de los ciudadanos o verse obligados a medio plazo a reducir los servicios e inversiones que esos ciudadanos reclaman en justicia.
Y digo esto porque convendría hablar en Córdoba de los nuevos asesores que ha nombrado el nuevo alcalde; los muchos coordinadores generales que se nombran y de esa «supergerencia» u órgano de control de Empresas Municipales que se ha formado. Y hay que hablar de ello porque somos muchos los que no alcanzamos a comprender cómo empresas auditadas, con consejos de administración y gerentes generosa y extraordinariamente retribuidos, tienen que ser controlados por otro organismo conformado por personas que indirectamente forman parte del mundo corporativo que va a vigilar. ¿Llegaremos a ver algún día en Córdoba cómo se crean organismos para vigilar al que vigila al vigilante? ¡De locos!
Decía Benjamín Franklin que «hay que cuidar los pequeños gastos, porque un pequeño agujero hunde un barco». ¿Creerán esto los actuales responsables del Ayuntamiento de Córdoba , o una vez más los ciudadanos seremos los «paganinis» de esta locura de política de «favores de partido» que parece no tener fin?
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