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Pasar el rato

Calígula y la peste

Pedro Sánchez y Pablo Iglesias comparten con el emperador romano su carácter enloquecido, vanidoso y arbitrario

Albert Camus en 1944, fotografiado por Henri Cartier-Bresson Henri Cartier-Bresson
José Javier Amorós

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El coronavirus ha puesto de actualidad «La peste» , novela de mi admirado Albert Camus . Mucho menos destaca «El estado de sitio», un deslumbrante espectáculo teatral en torno al mismo tema. Desde que empecé a ser joven, hace ya tantos años, siento ... devoción por el gran escritor francés, Premio Nobel de Literatura en 1957 . Mi admiración se incrementó cuando le oí decir a Umbral, a quien conocí, que Camus era un pesado. Para Umbral era un pesado todo el que no era Umbral, que también podía resultar muy pesado, dentro de su brillantez natural. La diferencia literaria entre Francisco Umbral y los dos actuales presidentes del Gobierno de España sin obra literaria está en que Umbral sí había leído a Camus. Sánchez ha perdido el tiempo plagiando y hablando a tontas y a locas, e Iglesias no parece haber pasado de la «Ética de la razón pura» , que probablemente escribió él, porque de Kant es la «Crítica». Para un comunista acomodado, la cultura es una claudicación burguesa de la inteligencia revolucionaria. O guillotina o Kant. Lo único que permite relacionar a nuestras dos figuras nacionales y nacionalistas con Camus es «Calígula» , una tragedia en cuatro actos inspirada en el carácter del enloquecido emperador romano, constitutivamente vanidoso y arbitrario. El artículo de hoy es, en lo que merece la pena y respetuosamente entrecomillado, del gran maestro francés nacido en Argelia.

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