Crónicas de Pegoland
La expiación
El exgerente del Consorcio de Bomberos ha empezado reconociendo que trincó. ¿No les parece extraño?
Antonio Navarrete en la sede de la Ciudad de la Justicia
El exgerente del Consorcio de Bomberos de la Diputación , señor Navarrete, acaba de reconocer en sede judicial que trincar, trincó. En una muy medida declaración ante el jurado popular que lo está juzgando por malversación ha reconocido, sin que nadie le montase una ... escena a lo «Algunos hombres buenos» (ya saben: «¿Ordenó un código rojo»?), que a lo largo de los años en los que estuvo al frente de la organización por mandato de sus jefes del PSOE se llevó la pasta a su casa. No ha dado detalles sobre los métodos -imagino que para no inculparse también de falsedad u otros tipos penales- ni sobre las cuantías , porque les aclaro que no te cae lo mismo si distraes cien que si distraes un millón.
Podrán pensar ustedes que a qué viene este ataque de honestidad de quien ha reconocido que se llevó dinero del erario público. Y tendrían toda la razón. En un procedimiento penal , el que viene acusado es inocente hasta que se demuestra lo contrario. Es la Fiscalía y la acusación particular quien tiene que presentar al jurado popular los testimonios, las pruebas y los peritajes oportunos para convencerlos de que alguien hizo algo malo. De hecho, si fuese el acusado el que tuviese que demostrar que no lo hizo, mal nos iría, muy mal, a todos.
El exgerente está acusado -no está probado, de momento- de haberse echado al bolsillo una cantidad que ronda los 800.000 euros, razón por la cual resulta aún más extraño que a las primeras de cambio reconozca los hechos. Ha puesto, inclusive, tres causas para motivar el tema del dinero: un divorcio, la bebida y el juego . No consta que haya quedado acreditada, de momento, la mejor de las interrogantes del caso. Cómo es posible que un caballero se llevase doce años seguidos, doce, una cantidad tal de las arcas de la institución provincial sin que nadie dijese esta boca es mía.
Aquí vamos a entrar en el terreno de las hipótesis para ir haciendo el cuerpo a lo que, me temo, viene. Desde hace meses, se viene barruntando en ambientes políticos y legales la existencia de negociaciones para reducir la pena de este caso hasta dejarla en algo simbólico. Lo justo para un hola y adiós en prisión. Ya saben: dilaciones indebidas, reconocimiento del daño causado, devolver parte de lo robado y todas esas mandangas. Se dice por ahí, en los bares y eso, que la Fiscalía estaba en ello y que la acusación particular también. Pero la concatenación de convocatorias electorales y el hecho de la Diputación fuese la parte acusatoria, llevó al PSOE a ordenar una congelación de cualquier tipo de acuerdo a una fecha posterior a las elecciones generales. Como todavía queda juicio, vamos a dar estas cosas por habladurías sin fundamento, teorías conspiratorias, ganas de malmeter de un periodista con tiempo libre. Pero recuerden el dato: el fiscal empezó el juicio reclamando ocho años de cárcel. Ocho. Cuatro más cuatro. Diez menos dos. Ocho.
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