De ingresos y gastos

De lo dicho en estos días, se espera una nueva congelación del IBI —el primer impuesto deflactado, ese término de moda—, algún nuevo retoque a la baja de Vehículos (se especula con un 1%) y algún nuevo guiño a la contribución de rústica, un tributo que siempre estuvo en todo lo que la ley de haciendas locales. Según lo que se va conociendo del asunto, el gobierno municipal no quiere tocar el Impuesto de Construcciones, consciente de que ya le ha pegado un tajo a lo largo del mandato y que el ciclo del sector parece estar concluyendo a tenor de las cifras de visados que emite el Colegio de Arquitectos.

Sucede que la propuesta es, en estos momentos, pura entelequia. El PP y Cs no tienen en estos momentos la aquiescencia de Vox que les permitiría sacar adelante el acuerdo. Sucede también que no es que haya un ambientazo para permitir que las ordenanzas salgan adelante. A mediados de la pasada semana, no había comunicación entre las partes con papeles concretos. En tanto la propuesta no cuente con los votos precisos, se prorrogaría el régimen fiscal aplicable este año generando, por ejemplo, la subida correspondiente en la contribución urbana ya que se tendrá que aplicar el incremento del valor catastral que corresponda.

El gobierno municipal ha aprobado durante estos tres años y medio algunas bajadas que no son lo que sus fans quieren escuchar pero bajadas son al fin y al cabo. El problema radica en que la situación económica ya no es la misma. Así, de congelarse de nuevo tarifas como la del transporte público, el agua, basuras o las que se aplican en cualquier dotación municipal se corre el riesgo de cargar a las cuentas comunes el coste de la inflación.

El propio gobierno ha aclarado que solamente la factura de la luz de este ejercicio se va a ir unos siete millones de euros por encima de las previsiones provocando un roto de consideración en las cuentas. Estas cosas del alumbrado público, la seguridad ciudadana o los centros cívicos no se pagan solas.

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El debatetributario se ha contagiado, como no podía ser de otra manera, del ideológico y partidista. Es el caso de que partidos que estaban a favor de eliminar un tributo ahora lo defiendan como si lo hubieran parido. Pero la fiscalidad se basa —bien lo decía Alba Doblas, de IU, en el Pleno de esta semana— en el principio de suficiencia. La definición clásica es que el conjunto de impuestos y tasas ha de cubrir el gasto público.

En tanto es bueno que se trate al ciudadano y contribuyente como persona mayor de edad, conviene realizar un ejercicio de pedagogía y transparencia que, en ocasiones, no ocurre. Y, por qué no decirlo, pasa que en este país, en esta ciudad, nos centramos mucho en los ingresos, en los impuestos, pero rara vez en los gastos. Y no estaría mal que se hablara de vez en cuando de qué se puede hacer por esta vía saliéndose de la inercia.