Explosión Córdoba | «Entré y la vi entre los escombros, consciente pero sin hablar. Eso era una película»

«Mis amigos y yo, -de unos treinta y tantos años- somos del barrio. Lo primero que piensas es en ayudar. No te paras a sopesar que todo puede volver a explotar porque olía mucho a gas. Subimos al piso casi derruido y eso era una película; la gente mayor no podía salir de sus casas, puertas bloqueadas, polvo y cascotes. Otros vecinos se habían quedado en las escaleras llorando. Los de los pisos tercero y cuarto habían salido huyendo hacia la azotea«, relata a ABC Antonio con el susto aún en el cuerpo.

Ese impulso de ayudar de Antonio le hizo que atravesara la puerta de entrada del piso donde se había producido esta deflagración, con fuerte olor a gas y viera «con la mirada perdida a una mujer entre los cascotes«. La onda expansiva le había quemado gran parte de la vestimenta, del cabello y se encontraba consciente pero en shock. «Estaba muy mal, golpeada por muchos cascotes en la cabeza, la saqué casi enterrada en escombros en el salón; habría llegado hasta allí empujada por la explosión desde la cocina«, explica Ramos.

Y así fueron sucediendo los minutos. «Le preguntamos que cómo se encontraba y qué había pasado pero no hablaba, no contestaba», cuenta este vecino del Figueroa. Estos jóvenes del barrio como pudieron ayudaron a Antonio una vez que había sacado a la mujer al pasillo y la llevaron hasta la escalera y la sentaron hasta que llegaron la Policía Nacional y la Policía Local que no tardaron mucho, y los servicios sanitarios que la trasladaron al hospital.

Antonio cuenta que «sabíamos que la mujer tenía un niño, ya adolescente, por lo que le pedimos a la Policía que entrara de nuevo al piso y lo buscara por si estaba dentro. Gracias a Dios no estaba en ese momento en la vivienda«.

El cómo ocurrió esta explosión nadie lo sabe aún, asegura este héroe del barrio, pero sí que los vecinos decían que llevaban toda la tarde oliendo a gas en el bloque. «La imagen de la mujer se queda en la mente. Eso es como una película», repite Antonio una y otra vez.

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Uno de los amigos que acompañaban a Antonio en la tarde de ayer era Javier, gerente del bar del Parque Figueroa a escasos metros de los bloques afectados por la explosión.

A las diez de esta mañana en el bar del Parque Figueroa a pocos metros del pasaje Marino Jerónimo Cabrera en la hora del café no se habla de otra cosa. Detrás de la barra, Javier, testigo del suceso tiene aún los nervios en el cuerpo. «La noche ha sido dura; me he despertado varias veces, nos impactó a todos».

Este vecino del barrio de toda la vida cuenta que sobre las 20.30 horas de la tarde de ayer la explosión le pilló tras la barra del bar. «Escuché una explosión tremenda, luego gritos que decían ¡el niño, el niño!...y mi primera reacción fue ir con estos dos amigos más hasta el portal del que salía una gran humareda de polvo».

«Al entrar en el bloque, entre la polvareda y las ventanas cayendo, encontré a una mujer mayor bloqueada, sin hablar, incapaz de dar un paso, inmóvil»", cuenta Jesús ayudado por gestos para explicar cómo se encontraban estas vecinas. «Le ayudé a salir mientras otro amigo mío, Antonio, subió al piso por si había alguien y fue cuando encontró y sacó a esta mujer que estaba muy grave del piso que saltó por los aires».

La escena era dantesca. Los restos de cristales habían atravesado el paseo que separa estos bloques de los años 50 del arquitecto Juan de la Hoz y el polvorín apenas dejaba ver unos metros o incluso respirar.

No hicimos nada extraordinario, coinciden al explicar este rescate su amigo Antonio. «En el barrio somos una familia, vamos todos a una. Cualquier vecino hubiera hecho lo mismo que yo. Ayudar todo lo posible, no piensas en el peligro que conlleva o que te pueda ocurrir algo malo».

En el bloque de enfrente a más de 50 metros, un vecino de 74 años cuenta desde la ventana de un bajo cómo apenas unos segundos después de entrar a su casa con su nieto de 8 años, cuando estaba aún en el pasillo escuchó una enorme explosión. «No sabía qué era; al entrar me iba a colocar las zapatillas pero ya no pude; los trozos de ventanas chocaron contra las rejas del salón y los cristales entraron por el zaguán de la casa».

En estos bloques no sólo han sufrido los vecinos sino sus familiares. Junto al coche de Policía Local una mujer muy preocupada cuenta que a su hija, que es la única embarazada del bloque, y que está de 8 meses de gestación, le pilló anoche la explosión en su casa. «Está bien, hemos ido al médico y está bien; pero el susto lo tenemos», cuenta a ABC.

En estos dos bloques hay vecinas de 70,80 y más de 90 años que viven solas. Es el caso de Rafi, con 82 años, que recuerda que tras escuchar el estruendo «sabía que tenía que salir fuera; apagué el brasero; las luces y salí por las escaleras; se que nunca se puede coger el ascensor, y poco a poco encontré la calle mientras llamaba a mi hijo. Al volver me di cuenta de que había causado grandes destrozos en la casa».