La Cabalgata de Córdoba, la polémica inevitable de cada enero

La decisión del alcalde, José María Bellido (PP), de cambiar el modelo y encargárselo a una empresa, y no directamente a la Federación de Peñas, ha calmado los ánimos al tiempo que ha puesto de actualidad los principales problemas que ha dado el cortejo: estos son los más relevantes.

No había pasado ni un par de semanas de la celebración de la Epifanía de 2007 cuando el Partido Popular denunció durante el Pleno del Ayuntamiento que en el transcurso de la Cabalgata de Reyes Magos se habían lanzado desde las carrozas pequeños balones de rugby con la efigie del Che Guevara y el lema de '¡Viva la Revolución!'. La entonces alcaldesa, Rosa Aguilar (IU), negó la acusación de los populares, y quien le contestó fue el en esos momentos concejal popular Ricardo Rojas, que dijo que le parecía «aberrante, impresentable y una barbaridad» que se «aproveche el día más importante de los niños para hacer demagogia».

La regidora negó las acusaciones: «Eso (en alusión a los balones) en ningún caso formaba parte de lo adquirido y pagado por el Ayuntamiento como regalos oficiales para ser tirados desde las carrozas». «Si alguien de manera individual, a escondidas, mete esos productos, no es responsabilidad del Ayuntamiento ni de las Peñas», afirmó Aguilar. Quien con el tiempo sería también alcalde y hoy es consejero de Justicia de la Junta, José Antonio Nieto, aseguró que lo sucedido era de «mal gusto y un grave error» que «bordeaba el uso político de la Cabalgata».

Durante los periodos en los que el equipo de gobierno estaba dirigido por Izquierda Unida o por el PSOE —o por ambos—, la fiscalización de los partidos de la oposición a la fiesta callejera del 5 de enero se centró en buena medida en el control del espíritu navideño de la misma, que en no pocas ocasiones ha brillado por su ausencia. El escaso o nulo peso del relato bíblico en el cortejo llegó a ser tan evidente que la asociación Presencia Cristiana llegó a alzar su voz hace trece años para reclamar que la recreación del episodio de la Adoración de los Magos no pasara desapercibida en el paseo de Melchor, Gaspar y Baltasar por la capital. Durante los últimos años de Rosa Aguilar como alcaldesa y los que le sucedió Andrés Ocaña, el PP hizo suyos estos argumentos, y lamentó que en el cortejo tuvieran más protagonismo los personajes de Disney, los batuqueros o Pokemon que la Virgen María, San José y el Niño. Durante el mandato de Nieto (2011-2015), hubo un empeño claro por reforzar la iconografía católica de la celebración. Pero en esa etapa, el PP no estuvo libre de polémica: la presencia de asesores municipales en las carrozas como figurantes principales una tarde del 5 de enero fue la comidilla del Ayuntamiento durante meses.

La socialista Isabel Ambrosio llevaba apenas seis meses al frente de la Alcaldía cuando, el 5 de enero de 2016, tuvo que tomar una decisión muy difícil y discutida. La víspera el día de Reyes amaneció con el cielo nublado y con amenaza seria de lluvia. Las carrozas de la Cabalgata estaban preparadas en los bajos del estadio El Arcángel y, conforme avanzaba la mañana, el tiempo pintaba cada vez peor, de forma que en la sobremesa una fuerte tormenta se descargó sobre Córdoba. Faltaba media hora para la hora fijada para el inicio de la marcha de Sus Majestades de Oriente y la regidora tenía que ordenar qué hacían los Magos: quedarse bajo el graderío o desafiar al temporal. Ambrosio y su equipo de confianza hicieron llamadas a la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) y, según aseguraron, los especialistas les comunicaron que el agua iba a ser constante durante la tarde.

La alcaldesa dijo que la Cabalgata no salía cuando todos los figurantes estaban ya vestidos, maquillados, algunos subidos a las carrozas. Eran las cinco y media de la tarde. Córdoba se quedó sin Reyes por primera vez en veinte años. Sucedió que la previsión meteorológica cambió: durante el resto de la tarde y la noche, aunque con mal tiempo, apenas cayeron tres gotas contadas. A Ambrosio le cayó lo más grande en forma de críticas ciudadanas y de la oposición municipal, sobre todo porque Córdoba fue la única capital andaluza sin Cabalgata a pesar de que la amenaza de temporal fue generalizada.

Con fuertes restricciones de movilidad aún vigentes por el Covid, el Ayuntamiento le echó imaginación en enero de 2021, pero el tiro le salió por la culata, y además rozó el ridículo. El Consistorio contrató a una empresa para que volase tres globos, uno por cada Rey Mago, desde Rabanales a Villarrubia y cruzando la ciudad de Este a Oeste, y los niños pudieran saludar a Sus Majestades desde los balcones o las azoteas de sus casas.

Todo salió mal: los globos partieron antes de la hora anunciada porque el viento cambió, y ese imprevisto meteorológico provocó que el recorrido de las pequeñas aeronaves se resolviera en veinte minutos y no en cuarenta y cinco, como estaba previsto. A las críticas ciudadanas contribuyeron que el alcalde, José María Bellido, difundió en redes sociales una foto con su familia viendo los globos desde un balcón del Ayuntamiento.