Perdonen las molestias
Fábula de Penélope
La Junta ha dado el primer paso para destejer el disparate de los cuatro carriles en la Avenida Medina Azahara
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Iniciar sesiónExactamente igual que Penélope destejía durante la noche lo que tejía durante el día, las ciudades del tercer milenio empiezan a destejer el caos circulatorio que se tejió en la segunda mitad del siglo XX. Ahora le toca el turno, por lo visto, ... a la Avenida de Medina Azahara. Ese desatino de kilómetro y medio y cuatro carriles de asfalto donde las personitas se refugian en una acera diminuta que parece diseñada por la Señorita Pepis.
Si uno suma los metros de carretera, más los de aparcamiento, más la mediana, sale como resultado un manual de libro del urbanismo desarrollista que se adueñó del espacio público durante décadas. Tirando por lo bajo. Aquellos años, todo hay que decirlo, en que entregamos las ciudades al coche con un entusiasmo verdaderamente atroz. Lo de la mediana, por cierto, hay que estudiarlo aparte. Revela hasta qué punto convertimos las calles en autovías y expulsamos de ellas todo signo de vida.
De hecho, aún hoy, la Avenida de Medina Azahara es la travesía urbana de la A-431. Que es, digámoslo claro, como construir una casa por el tejado. Por esa razón, la Avenida pertenece a la Consejería de Fomento y es su titular, la señora Casanueva, quien ha dado ya el primer paso para destejer el disparate de los cuatro carriles y urdir una calle como dios manda, con su carril bici, sus acerados decentes, su área libre de humos y su poquito de serenidad que toda ciudad contemporánea necesita para vivir dignamente.
Han tenido que pasar muchas décadas para que los responsables del ramo se dieran cuenta de que las ciudades corrían velozmente hacia ninguna parte. Y es ahora, en la recta final de las elecciones de mayo, cuando la señora consejera ha tenido el tierno detalle de adjudicar la redacción del proyecto por 59.000 euros del ala. Casualidades de la vida, querido contribuyente. Pero, oiga, mucho menos da una piedra.
Hoy le ha tocado el turno a la Avenida de América. Y mañana, quien sabe, podría tocarle a las Ollerías, otro despropósito urbano que está esperando como agua de mayo que la fábula de Penélope la rescate del horror.
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