Misterios en andalucía
Más allá del miedo: el Ventorrillo Dolores de Cádiz, entre leyendas y fenómenos inexplicables
Como ocurre en otros enclaves, la línea entre el mito, la sugestión y los fenómenos sin explicación clara se vuelve difusa
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José Manuel García Bautista
Cádiz
En las inmediaciones de las antiguas Salinas de Torre Hércules, en Cádiz, se levanta el Ventorrillo Dolores, un lugar que desde hace años despierta la curiosidad de investigadores de lo paranormal aunque pocos se adentran hasta allí.
Su historia remonta al siglo XIX, ... cuando pertenecía al marqués de Cádiz. Se trataba de un complejo destinado a alojar a los trabajadores de las salinas, con estancias modestas y escasas comodidades.
Lejos de ser un edificio cualquiera, su deteriorado aspecto y su carácter aislado lo han convertido en escenario habitual de relatos de fenómenos inexplicables tales como susurros, presencias, sombras y ruidos extraños se suman a testimonios que afirman haber sentido «algo más» entre sus paredes.
Uno de esos episodios lo protagonizó José Luis Jurado, quien junto a un grupo de amigos decidió adentrarse en este espacio abandonado para vivir una experiencia singular.
«Hace ya unos años que fuimos, no sé ni la razón por la que nos pareció buena idea, pero allí terminamos», relata José Luis. Acceder no fue fácil, pero lograron instalarse en una de las habitaciones que se encuentran a la entrada, a la izquierda.
Su plan era sencillo: registrar sonidos en busca de psicofonías. Con una grabadora en mano, comenzaron una ronda de preguntas, marcando la hora exacta en la cinta: las 00:10 de la noche. Aunque al principio no estaban seguros de si habían captado algo, los presentes comenzaron a notar susurros. «No eran nuestros», recalca José Luis.
La sensación de estar siendo observados se apoderó del grupo. Fue entonces cuando Juani, uno de los amigos, propuso utilizar una pequeña ouija plegable que llevaba consigo. La intención, reconoce el testigo, era «pasar miedo», aunque ninguno imaginaba lo que sucedería después.
El tablero y un nombre del pasado
Los cuatro amigos se colocaron alrededor del tablero mientras «El Moreno», otro integrante del grupo, vigilaba la entrada. José Luis recuerda que apoyó dos dedos sobre el máster para asegurarse de que nadie lo moviera deliberadamente.
Al inicio no ocurrió nada. La primera pregunta fue directa: «¿Hay alguien aquí?». Tras unos segundos, el puntero comenzó a deslizarse lentamente hacia el «sí».
«Te garantizo que aquello se movió solo», asegura. A partir de entonces, el movimiento se volvió más rápido, casi frenético, hasta construir un mensaje que les dejó sin aliento.
El tablero les reveló el nombre de un supuesto trabajador del Ventorrillo, José, quien en vida habría practicado rituales y muerto en soledad. Según la comunicación, aquel espíritu afirmaba que aún habitaba en el lugar, que le gustaba el vino y que deseaba que se marcharan.
El grupo no esperaba la tensión que vendría después. Juani, desafiante, respondió que no tenían intención de irse. La reacción fue inmediata: el máster comenzó a moverse a gran velocidad hasta detenerse bruscamente.
En ese instante, una voz resonó en el interior del edificio: «¡Que os vayáis!».
El miedo fue tan intenso que todos salieron corriendo. «El Moreno», que permanecía vigilando, aseguró que no había visto entrar a nadie. La voz, contundente y grave, no pertenecía a ninguno de ellos.
«Doy fe de que el máster no lo movía nadie», insiste José Luis. «Esa voz no era de este mundo. Nos aterró».
El Ventorrillo Dolores se suma así a la lista de lugares cargados de historias sobrenaturales y paranormales en Andalucía. Como ocurre en otros enclaves, la línea entre el mito, la sugestión y los fenómenos sin explicación clara se vuelve difusa.
Los testimonios, sin embargo, son consistentes en algo como es que quienes se atreven a pasar la noche en su interior aseguran sentir presencias, escuchar ruidos o experimentar situaciones difíciles de racionalizar.
No existen registros oficiales que documenten sucesos extraordinarios en este inmueble, pero sí un acervo oral que alimenta su leyenda. Para algunos, la experiencia se reduce a un juego de percepciones amplificadas por el miedo; para otros, es una muestra de que ciertos lugares conservan memorias imposibles de borrar.
Más allá de la fascinación que se puede sentir por estos lugares, conviene recordar que no existen «casas abandonadas» en sentido estricto: todas las propiedades tienen un titular y el acceso sin permiso no está permitido.
No obstante, el relato de José Luis resume la paradoja que acompaña a este tipo de enclaves: «Eso díselo a esos fantasmas que viven allí», comenta con ironía, convencido de que, tal vez, aquella noche vivió algo que no puede explicar.
*Si tienes una experiencia paranormal o has sido testigo de un fenómeno inexplicable, escríbeme a contacto@josemanuelgarcíabautista.net
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