Susana Díaz y Pedro Sánchez ya no esconden sus diferencias

Susana Díaz sabía que jugaba en su territorio y optó por una puesta en escena con intención. Vestía un conjunto de camisa y pantalón blanco en el que destacaba especialmente una gran rosa roja en el centro de su modelo premamá. Una rosa roja muy similar al símbolo tradicional de los socialistas.

Pero Pedro Sánchez ya había aprendido la lección en la campaña de las elecciones andaluzas. Tras su patinazo en Vícar (Almería) donde leyó su intervención y su timidez en el mitin de cierre de campaña en la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla, ayer se mostraba pletórico y muy seguro en su atril.

Utilizando su magnetismo personal, se convirtió en protagonista saludando y besando a cuantos militantes se encontraba a su paso y favoreciendo su aclamación desde el principio hasta el final de acto. No tenía prisas por salir del Auditorio Riberas del Guadaíra, todo lo contrario que Susana Díaz que abandonó el escenario por una escalera lateral y lo más rápido que pudo aunque también parándose con los militantes.

Susana Díaz y Pedro Sánchez ni siquiera hablaron. No cruzaron más palabras que las de pura cortesía cuando estaban siendo enfocados por las cámaras. Y se abrazaron tímidamente cuando no hubo más remedio aunque no posaron en la foto final para el recuerdo. Es más, si hace dos meses, Susana Díaz era quien evitaba este retrato, anoche fue Sánchez el que, intencionadamente, saludaba a los militantes más alejados de la presidenta andaluza en funciones.

Muy revelador fue el gesto que tuvo el secretario federal de los socialistas antes de participar en el mitin. Hizo esperar más de media hora a Susana Díaz porque acudió a visitar a Francisco Toscano, alcalde de Dos Hermanas, y uno de sus principales apoyos en Andalucía. Un barón socialista enfrentado a Susana Díaz. Eso sí, la presidenta tenía también allí a su equipo de confianza. La secretaria provincial del PSOE, Verónica Pérez, asistió al encuentro.