análisis

Aragonès invoca al 'dios de la lluvia'

ERC pretende agotar la legislatura, pendiente del cielo, de Puigdemont y de las posibilidades de Illa

Artículos escritos por Àlex Gubern en ABC

Aragonès, en el Parlament, con Illa en segundo plano efe

Corría 1988 cuando El Último de la Fila, poseídos por el genio, cantaban aquello de «dios de la lluvia apiádate, de las bestias y de mí...». Unos inspirados Quimi Portet y Manolo García invocaban al cielo para redimir «un mundo polvoriento y gris», ... algo que casi cuatro décadas después bien podría aplicarse a esta Cataluña agostada, de pantanos vacíos y fatiga política. Nadie imagina al muy «soso, serio y formal» Pere Aragonès haciendo requiebros en un escenario rogando al «dios de la lluvia», pero todo podría ser en una comunidad que ya en su día vio a un consejero de tradición comunista encomendarse muy devoto a la Moreneta cuando la sequía de 2008.

Pese a la gravedad de las medidas adoptadas, y el descontento que puedan generar las que están por venir a partir del verano si no llueve en los próximos meses, tanto en la Generalitat como en la sede ERC descartan de manera tajante la posibilidad de ir a un adelanto electoral para sortear el malestar ciudadano. A lo sumo, apuntan fuentes del partido consultadas por ABC, los comicios –que tocarían en febrero de 2025– podrían celebrarse a final de 2024, pero en ningún caso antes del verano o inmediatamente después. «Es un runrún que el PSC, el más interesado en un adelanto, estaría propiciando, pero el rumbo del Govern está claro: agotar la legislatura», sostienen las mismas fuentes, asumiendo que la sequía, si el escenario empeora, puede tener impacto electoral, sí, pero que los «beneficios» de llegar a febrero de 2025 son superiores.

En ERC, de entrada, hay una obsesión por transmitir a la sociedad que ya son un «partido de gobierno», fiable, lejos de la imprevisibilidad de tiempos pasados, cuando una formación de naturaleza asamblearia, al estilo CUP, era capaz de desestabilizar desde dentro el tripartito de izquierdas (2003-2010). «Por primera vez en muchos años, en Cataluña no habrá adelanto, y eso ya es un mensaje. Aquí estamos para gobernar», explican en ERC sin asumir lo que desde muchos ámbitos, y no solo desde la oposición, se califica de gestión entre lo timorato y lo calamitoso: parálisis en la ampliación de El Prat, imprevisión ante la sequía, resultados catastróficos en el informe Pisa, hospitales colapsados al mínimo repunte de gripe, a la cola de España en renovables... «No se trata de echar toda la culpa a los de antes, pero revertir estas situaciones heredadas no se consigue en un año o dos», replican en Esquerra.

Lo más perentorio ahora, se añade, es aprobar los Presupuestos, las terceras cuentas consecutivas que no se prorrogarán –«otro mensaje», insisten en Esquerra–, una cuentas que, de nuevo, volverán a ser expansivas, lo que permitirá alguna «alegría». Para su aprobación se contará otra vez con el apoyo del PSC, junto con los comunes verdadero sostén de un Govern de ERC en precario. Será, de hecho, otro capítulo de lo que es, en la práctica, un tripartito de facto desde que Junts abandonase la Generalitat en octubre de 2022, una suerte de UTE política propiciada por las urgencias del PSOE en el Congreso y las de Esquerra en el Parlament. En ERC añaden argumentos a la continuidad de la legislatura: «Necesitamos este año para poder presumir de balance. Las consejerías que asumimos cuando salió Junts aún necesitan recorrido para presentar resultados». También se esperan frutos del acuerdo de investidura con el PSOE, de manera relevante lo que en el Govern se define como «financiación singular» para Cataluña.

Pero hay más factores, y la rumorología sobre la posibilidad de que Aragonès opte por disolver ya el Parlament se alimenta también de otras circunstancias, como la que señala que así se impediría a Junts, gracias a la dilación en la aprobación de la ley de amnistía, presentarse con su mejor baza electoral, Carles Puigdemont. En la sede de los republicanos en la calle Calabria se trabaja con todos los escenarios, y se reconoce que Puigdemont es un factor distorsionador, pero que tampoco tiene sentido condicionar el calendario electoral por ello, entre otras cosas porque el expresidente fugado ya podría ser candidato desde Bruselas.

«La pugna en las próximas elecciones será entre ERC y el PSC», zanjan en ERC, un análisis no compartido en otros ámbitos políticos, que creen que con Puigdemont de cabeza de cartel, y más si puede hacer campaña en Cataluña tras un regreso más o menos «épico», un Junts con un discurso cada vez más derechizado, podría pasar por delante de ERC como primera fuerza 'indepe'.

El factor Puigdemont es, en este sentido, imprevisible. Si bien fuentes jurídicas consultadas por este diario sostienen que el expresidente podría volver a España sin temor a ser detenido, el miedo de éste a pasar por presidio hacen pensar que no tomará ningún riesgo. Otra cuestión es calibrar si Puigdemont, pese a la presión que le llegará de Junts –sin candidato claro si no es el fugado–, asume la posibilidad de ser cabeza de cartel y ser derrotado, con probabilidad, por Salvador Illa. Perdería así el aura casi mítica que le otorgan sus adictos, algo que también sucedería incluso ganando la presidencia de la Generalitat si no aplica la independencia exprés que el secesionismo de base lisérgica aún anhela, como se ha visto con la estrambótica ILP del Parlament.

El panorama es cambiante, y no solo por el impacto que pueda tener la sequía. El último gran sondeo conocido es el del CEO (el CIS catalán), hecho entre el 9 de octubre y el 7 de noviembre, es decir, en el contexto de las negociaciones para la investidura de Pedro Sánchez. La muestra anticipa que el PSC ganaría los comicios con una horquilla de entre 39 y 45 diputados (ahora 33), Esquerra sacaría entre 29 y 34 (33), mientras que Junts caería a entre 19 y 24 (32), con lo que el independentismo podría perder la mayoría absoluta en el Parlament, propiciando así nuevas combinatorias, más allá de un hipotético tripartito, hasta ahora inimaginables. Esa era la foto entonces, sin calibrar el impacto en el PSC del debate sobre la amnistía, tampoco el batacazo en Galicia ni lo que puede suceder en las europeas.

Las escasas lluvias en Cataluña de los últimos días apenas se han notado en los pantanos, tampoco en el escenario político. Aragonès, como El Último de la Fila, pretende agotar la legislatura mientras invoca al «dios de la lluvia». Todo está por ver.

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