Libre por falta de juicio tras matar, asar y trocear a su mujer

La paraguaya Romina Celeste, de 29 años, fue la primera víctima de violencia de género de 2019 y cuatro años después no se ha podido averiguar cómo murió. Su marido, ingeniero industrial, de 44 años, declaró tras ser detenido que volvió a casa la noche de Año Nuevo tras consumir drogas y la encontró muerta. Se asustó, descuartizó el cuerpo y quemó al menos una parte en la barbacoa que tenían en el jardín.

Los vecinos, alarmados por el hedor y las llamas, se presentaron en la casa y él, con total tranquilidad, les contó que estaba haciendo un asado. Una semana después, tras las insistentes llamadas de la madre de Romina, se presentó en el cuartel de la Guardia Civil y denunció la desaparición de su mujer en un intento de despejarse el camino.

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Se convirtió en el principal sospechoso porque además 48 horas antes del crimen Romina había acudido al hospital de Lanzarote con lesiones. No hubo tiempo de que la atendieran y tampoco se puso en marcha el protocolo por posible maltrato: su marido se presentó en el centro sanitario y se la llevó con él. En agosto de ese año la golpeó en un hotel de Arrecife, según consta en las actuaciones.

El 13 de enero la Guardia Civil lo detuvo tras intervenir su teléfono. En una llamada contó a un allegado cómo se había deshecho del cadáver de Romina. Tras quemar una parte en la barbacoa, desmembró el resto del cuerpo y lo metió en bolsas de basura. Alquiló un coche con ese fin y condujo hasta la zona de Los Hervideros en Costa Teguise donde supuestamente arrojó las bolsas al mar. Contó que había elegido los puntos que más le gustaban a Romina de la isla.

Los investigadores peinaron por tierra y mar la costa de Lanzarote pero el cadáver no se encontró, salvo un pequeño trozo del pulmón de la víctima, hallado en febrero. Se logró extraer ADN que confirmó la identidad aunque fue insuficiente para poder determinar cuál fue la causa de la muerte.

Desde el 16 de enero, Raúl Díaz, padre de dos hijas de otra relación e ingeniero industrial de éxito, permanece en prisión y a la espera de un juicio sin fecha. La Fiscalía pide para él 20 años y dos meses de cárcel como autor de seis delitos. Sostiene que consideraba a su mujer «un ser inferior» porque Romina era «joven, extranjera y sin recursos que ejercía la prostitución para mantenerse económicamente«. El acusado, divorciado, la conoció en un club y tras un breve noviazgo se casó con ella. Romina tenía dos hijos en Paraguay que soñaba con traer a España.

La acusación particular, ejercida por la abogada Emilia Zaballos lo acusa de un delito de maltrato habitual, uno lesiones en el ámbito de violencia de género, homicidio, profanación de cadáver y simulación de delito, por presentar una denuncia falsa sobre la desaparición de su esposa. Zaballos ha alertado en las últimas semanas sobre el riesgo de fuga del acusado. Coincide con fiscalía en que no se ha señalado juicio por los continuos recursos de la defensa (ha cambiado cuatro o cinco veces) con el fin de dilatar la instrucción y agotar así el plazo de prisión preventiva.

Zaballos admite, no obstante, que ha existido un acercamiento «muy intenso» con la defensa desde octubre para llegar a una conformidad y evitar el juicio, pero ese acuerdo con una rebaja sustancial de pena y una indemnización considerable para la madre y los hijos de Romina no ha sido posible por «la nula colaboración de la Fiscalía. Nos ha dado largas y no nos ha respondido», asegura la letrada.

Ahora, a punto de que se ordene la puesta en libertad, la Fiscalía ha pedido al juzgado que imponga a Raúl Díaz comparecencia diaria, la retirada del pasaporte y que le prohíba salir del país hasta que se celebre el juicio. La acusación insiste en que intentará fugarse.