Sáenz de Santamaría recuerda que la Semana Santa es algo «muy español»
La vicepresidenta del Gobierno ha sido la encargada este año de leer el pregón que marca el inicio de la Semana Santa en Valladolid
H. DÍAZ
La vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, ha destacado esta tarde en la Catedral de Valladolid la «virtud colectiva» que encierra la Semana Santa a la hora de «ayudar a entendernos como españoles». En su opinión, «últimamente», en España nos pasamos más tiempo identificando « ... diferencias personales, locales y regionales que buscando similitudes» en contraposición a los valores de la celebración religiosa, que recordó ser algo «muy español». La política de origen vallisoletano ha sido la encargada este año de leer el pregón que marca el inicio de la Semana Santa en la capital del Pisuerga. Su elección, el pasado mes de enero, causó cierto revuelo como consecuencia de una información «off the record» publicada por la agencia Efe donde el arzobispo de Valladolid, Ricardo Blázquez, ponía en duda supuestamente la idoneidad de la dirigente vallisoletana para pronunciar el pregón debido a su «situación matrimonial» (está casada por lo civil), información que más tarde fue desmentida por el propio arzobispo. Aunque de forma muy velada, también se ha referido a esta pequeña polémica en su alocución la vicepresidenta al señalar que a pesar de que «algunos» piensan que para asistir a las celebraciones de Semana Santa «sólo hay que ser devoto», a ella «no» le parecen «tan imperativo». Para Sáenz de Santamaría, «es la Semana Santa la que induce a creer» por la «admiración» y el «sobrecogimiento» que profesa tanto al «espíritu prácticante» como al «indiferente» y recordó al respecto el poema dedicado por el «agnóstico» Miguel de Unamuno al Cristo crucificado de Velázquez, que «bien valdría» para el crucificado más representativo de la Cofradía de las Siete Palabras, de Pompeyo Leoni, así como alguna de las obras del que fuera rector de la Universidad de Salamanca, («El sentimiento trágico de la vida», «San Manuel Bueno y Mártir»...), que hablan del «querer creer con el corazón y la lucha inútil contra la razón».
Ante un abarrotada seo -el Ayuntamiento de Valladolid ha retransmitido el pregón por las cinco grandes pantallas de led instaladas por la ciudad en previsión de que la catedral se quedase pequeña-, la vicepresidenta del Gobierno ha recordado la conexión con el «alma» de la Semana Santa de Valladolid, que «lleva más de 500 años uniendo arte y emoción, creencias y sensaciones». Asimismo ha destacado el «imparable» trabajo de los vallisoletanos por conservar una antigua tradición «encajándola perfectamente» con la modernidad de esta ciudad del siglo XXI. En esta misma línea ha apuntado la capacidad de la celebración centenaria en esta «España de la celeridad», donde «tantas veces hacemos un mundo de nuestras cuitas internas porque nos parece eso más interesante que examinar como podemos avanzar juntos», de «ralentizar la vida al ritmo de los tambores y el sonido de las saetas». «Llevamos unas generaciones en que le hemos dado la espalda a nuestra Historia , pero de repente, las distintas "semanasantas" nos trasladan con orgullo a tiempos pretéritos de los que a veces subrayamos las miserias, olvidándonos de nuestras grandezas», ha añadido.
En su discurso, la también portavoz del Gobierno de Rajoy, que ha ocupado el ambón del lado de la epístola, cuidadosamente adornado con flores, ha recomendado ir al encuentro de los «valores» que encierra la Semana Santa, que ha vinculado a conceptos como la honradez, solidaridad, amistad, fidelidad y respeto: «si nuestros conciudadanos no tuvieran arraigado como mérito el valor de la solidaridad y de la ayuda al prójimo, la actual situación de crisis en la que vivimos sería más terrible para miles de personas», ha apuntado.
Para la vallisoletana «pocos honores» hay mejores que haber recibido de su ciudad la invitación de pregonar la Semana Santa, a la que ha vinculado muchos recuerdos de su infancia cuando le decía a su madre -su abuelo también fue cofrade- al oir de lejos los tambores y el rugir de las trompetas: «Ya vienen mamá, ya se les oye... Mira la Virgen, qué guapa», mientras esperaba sentada en la acera el paso de la procesión, una sensación que ha deseado que experimente algún día su hijo Iván. Antes de concluir ha prometido que trabajará «incansablemente» por España en su cargo de vicepresidenta y ha agradecido a cofrades, cofradías, sacerdotes, religiosas y hermanas de devoción su mimo y «trabajo desprendido por esta celebración
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