Sánchez pide a Casado que apoye la reforma laboral mientras ensalza a los empresarios

Para el líder de los socialistas, que no citó en ningún momento de su discurso a la vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, el acuerdo alcanzado con la patronal y los sindicatos servirá para atajar «la precariedad y el desempleo», a su juicio los «dos grandes males» del sistema productivo español. Por eso, solicitó el apoyo a la misma de «todos los grupos» del Congreso de los Diputados, aludiendo tanto a sus socios -ERC y Bildu ya han amenazado con no votar a favor si no se introducen cambios sobre el proyecto original, mientras que el presidente de la CEOE, Antonio Garamendi, ha dicho que no admitiría modificaciones- como a las principales fuerzas de la oposición, encabezadas por el Partido Popular. Al mismo tiempo que ensalzaba a los sindicatos y a los empresarios, de los que resaltaba su «sentido de Estado», arremetía contra los de Pablo Casado insinuando incluso que su rechazo a la reforma laboral se debe a intereses espúreos. «¿Qué intereses defiende la oposición si se resiste a defender los intereses de los empresarios y también se resiste a defender los intereses de los trabajadores?¿Qué intereses defiende y qué pone por encima de los intereses de España?», se interrogó de manera retórica durante un discurso preparado de antemano.

Con el ojo en esta ocasión más puesto en sus socios parlamentarios, los que le han permitido aprobar por segundo año consecutivo los Presupuestos Generales del Estado y sin cuyo concurso la reforma laboral no vería la luz, Sánchez afirmó que cada partido político tendrá sus «objeciones» al acuerdo de la misma manera que los tienen, aseveró, tanto las centrales sindicales y la CEOE, como el propio Gobierno. Pero que ello no debería obstar para dar el sí a un pacto sellado en el marco del diálogo social que llegó a calificar como «de país» y «beneficioso» para el crecimiento económico y el empleo de los españoles. «No hay un acuerdo si todos y cada uno no cedemos en algo . Lo otro se llama imposición y eso ya se hizo hace ocho años con aquella contrarreforma laboral que ahora estamos dejando atrás» afirmó Sánchez, aludiendo a la norma aprobada en 2012 por el Gobierno de Mariano Rajoy.

Desde hace semanas, fuentes gubernamentales insisten en que los socios que ahora muestran recelos, como los citados ERC o Bildu, así como el PNV o Más País, la formación que lidera Íñigo Errejón, tendrían muy difícil justificar que su voto tumbase la reforma laboral pactada , sobre todo porque supondría mantener la vigencia de la realizada por el PP.

El presidente del Gobierno se refirió a un puñado de razones para sacar adelante la reforma laboral, algo ahora mismo en duda. Además de que se trata de un pacto entre el Gobierno y los agentes sociales, del combate a la precariedad y el paro, y de que se recupera, dijo, «la negociación colectiva» para «ponerla en el corazón de las relaciones laborales», Sánchez defendió que la reforma «impulsa el contrato de formación» y así se «pone fin a la subcontratación como forma de precarización del trabajo» y que, en línea con las «exigencias» de Bruselas, se habilitan «mecanismos de flexibilidad interna» que sustituyen al despido de asalariados.

En esa línea, el líder de los socialistas se refirió a los ERTE, los expedientes de regulación temporal de empleo, como «uno de los grandes descubrimientos en esta gestión de la crisis del Covid-19, desde el punto de vista social y económico» . Por eso, explicó, «los vamos a convertir en estructurales» para dar una «alternativa al despido». En varias ocasiones previas al acuerdo de la reforma laboral, Pablo Casado ha arremetido contra Sánchez por «apropiarse» de una herramienta, los ERTE, cuya regulación data precisamente de la norma laboral vigente aprobada por el PP hace una década.

Sánchez, ante los principales dirigentes territoriales del PSOE y los ministros socialistas del Gobierno de coalición, pidió a los suyos que se «vuelquen» durante las próximas semanas, que coincidirán con la precampaña y la campaña de las elecciones a la Junta de Castilla y León, en la defensa ante la sociedad española del acuerdo al que se ha llegado con los sindicatos y la patronal. El líder socialista conminó a sus dirigentes y militantes a defender la acción de su Gobierno ante la crisis sanitaria y económica como la de un proyecto «socialdemócrata» que ha entendido que hay que «crecer para repartir y hay que repartir para crecer». Y puso como ejemplo de ello a sus compañeros la «extraordinaria evolución del empleo» dado que, argumentó, «en tan solo año y medio hemos recuperado los niveles de afiliación a la Seguridad Social previos a la pandemia». Algo que puso en contraposición a lo ocurrido en la crisis financiera de hace una década, gobernada «bajo los parámetros neoconservadores». Los tres primeros años de esa crisis gobernaba en España el socialista José Luis Rodríguez Zapatero.