El PP de Feijóo se estrenará con un polvorín de congresos regionales

La dirección saliente dejó pendiente la celebración de 11 cónclaves, la mayoría con una renovación sin resolver

Los nuevos planes pasan por escuchar a los barones, abortar las rupturas traumáticas y cerrarlos cuanto antes

Alberto Núñez Feijóo, el sábado en un acto en Valladolid junto a Alfonso Fernández Mañueco Francisco J. de las Heras

Faltaban pocas horas para que el Partido Popular implosionara. Era martes, y en Génova Pablo Casado había convocado el Comité Ejecutivo Nacional para analizar la pírrica victoria del domingo 13-F en Castilla y León. En la misma sede del partido, y ajenos a la ... que se avecinaba, Teodoro García Egea y la vicesecretaria de Organización, Ana Beltrán , se reunieron con el presidente del PP de Extremadura, José Antonio Monago , para confirmarle, de manera ya oficial, que no contaban con él para seguir al frente del partido en su comunidad. Monago aceptó con deportividad, aunque su deseo era otro. El congreso regional de Extremadura era el siguiente de la lista dentro del proceso de renovación territorial diseñado por el secretario general para buscar un partido lo más alineado posible al proyecto de Casado.

Solo una semana después, no quedaba ni rastro de aquella conversación, y la dirección nacional del PP había dejado de tener autoridad y legitimidad. El secretario general cayó, pero los congresos regionales siguieron pendientes y sin resolver, en total casi una docena y muchos de ellos conflictivos y con previsibles enfrentamientos internos. En la lista del antiguo PP estaban, de forma inmediata, los de Extremadura, Asturias, Cantabria, La Rioja, Navarra, Comunidad de Madrid y Región de Murcia . Pero ahora pueden añadirse los del País Vasco, Cataluña, Ceuta y Melilla . Todo ello con las elecciones municipales, y parte de las autonómicas, en el horizonte de un año.

«Algunos son auténticos polvorines y se los va a encontrar Feijóo nada más aterrizar en Génova», advierte un miembro de la ejecutiva saliente. El calendario podría desatascarse justo después del congreso extraordinario nacional de los días 1 y 2 de abril en Sevilla. En cuanto la dirección nacional presidida por Feijóo dé luz verde , se pondrían fechas a los congresos, que al ser ordinarios deben convocarse con 45 días de antelación. No es previsible por tanto que hasta mediados de mayo empiecen a celebrarse y ese es el tiempo que tendrá la nueva Génova para intentar evitar todos los incendios posibles, buscar consensos y mantener la preciada unidad interna, que es una de las banderas de Feijóo en su proyecto.

La paz en Madrid

El de Madrid puede ser uno de los primeros en celebrarse. Será uno de los más fáciles para el nuevo presidente nacional del partido, un paseo para que Isabel Díaz Ayuso sea proclamada líder regional del PP, después de meses de guerra interna con Génova por la oposición manifiesta del secretario general y por los recelos ante un poder creciente que hacía sombra a Pablo Casado. Es cierto que con el sistema vigente de primarias en el partido, cualquiera puede presentar su candidatura si obtiene 100 avales, pero ahora mismo es impensable que nadie esté en disposición de plantar cara a Ayuso . La única duda que queda por resolver en el culebrón del congreso de Madrid es la fecha. Si se convoca de forma ordinaria, como mínimo habría que ir a mediados o finales de mayo. Si se busca la fórmula para hacerlo urgente, el fin de semana del 7 y 8 de mayo sería factible, al encontrarse libre de festivos. También queda la incógnita de si la nueva dirección será capaz de cerrar todas las heridas que la pelea interna ha dejado abiertas y si optará por la integración de los que protagonizaron la última etapa, como puede ser la actual secretaria general, Ana Camins, muy próxima a Casado.

El de Madrid se presenta como un oasis comparado con lo que le espera a Feijóo en otros territorios, si no es capaz de poner orden o llegar a consensos rápidos. Por eso, fuentes parlamentarias populares y de la dirección saliente del partido señalan que el político gallego necesitará, en primer lugar, tener a alguien como número dos o tres que conozca a fondo los entresijos de la organización en cada comunidad . Estas fuentes dan por hecho que Feijóo escuchará a los barones actuales, evitará decisiones y rupturas traumáticas y buscará consensos para eludir cualquier atisbo de división.

En Extremadura, Monago no se da por vencido . Insiste en que aún no ha decidido si se presentará a la reelección y pide a la nueva dirección nacional que si quiere prescindir de él, que se lo diga con tiempo para recoger los papeles. Ese es uno de los principales reproches que lanzó a los anteriores jefes de Génova, que le dieran largas y no le confirmaran su salida hasta el último momento. Ahora, aquella conversación con García Egea y Beltrán ha quedado borrada. Antes de la gran crisis en el PP, el alcalde de Plasencia, Fernando Pizarro, manifestó su intención de presentarse como candidato, mientras que desde Génova veían con mejores ojos a María Guardiola, concejal en Cáceres, quien en los últimos días ha optado por el silencio sobre este asunto.

En Cantabria, el antiguo PP quería el relevo urgente de María José Sáenz de Buruaga , cuya relación con Génova era manifiestamente mejorable. El PP buscó el compromiso de la alcaldesa de Santander, Gema Igual, pero pinchó en hueso y se encontró ante un congreso empantanado y sin nombres para la renovación.

En Navarra, Ana Beltrán mantiene firme su compromiso, pero se ha instalado en Madrid, y desde su región ven imprescindible que haya un presidente pegado al terreno y que viva allí a tiempo completo. Feijóo deberá resolver qué modelo de partido quiere en Navarra, cuál debe ser su relación con UPN, el posible mantenimiento de Navarra Suma y el anhelado fichaje de los diputados Adanero y Sayas.

En La Rioja, Génova daba por hecha la salida de José Ignacio Ceniceros y contaba con Cuca Gamara como presidenta regional , según fuentes de la dirección saliente. El papel protagonista que Feijóo ha dado a la portavoz en el Congreso en el nuevo PP podría cambiar los planes.

En Cataluña, el antiguo PP había aparcado el problema hasta finales de año. El presidente del PP catalán, Alejandro Fernández, nunca se entendió con García Egea , pero tenía el apoyo total de Casado. El partido en esa comunidad es otro polvorín interno, con un margen de maniobra muy pequeño para renovar, y donde siempre suenan los mismos nombres, con Dolors Montserrat a la cabeza.

Los problemas pueden llegar hasta Ceuta y Melilla. En la primera, el PP apostó por Juan Bravo, consejero en la Junta de Andalucía, mientras que en la segunda querían al diputado y militar de carrera Fernando Gutiérrez, pero Imbroda se resistía a marcharse.

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