Otegui, Sánchez y una prehistoria de amor
«Entiendo a Sánchez Pérez-Castejón: le da menos asco pactar con ETA que pactar consigo mismo. Como bien decía el difunto Javier Arzalluz, para ir con los socialistas a cualquier parte hay que taparse las narices
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Iniciar sesiónEn el campo del nacionalismo vasco, Arnaldo Otegui ha intentado desempeñar un papel semejante al de Gerry Adams en el del nacionalismo norirlandés. La diferencia importante entre ambas figuras y ambos sistemas es que Adams, antiguo activista del IRA, se emancipó relativamente de la ... tutela terrorista al optar por la militancia en el Sinn Féin, partido que, aunque mantuvo estrechos vínculos con los pistoleros, nunca se subordinó por completo a ellos, al contrario que Herri Batasuna , organización que nunca fue otra cosa que el brazo político de ETA militar (es decir, de aquella fracción de ETA que seguiría matando españoles hasta 2011, cuando abandonó las armas en virtud del pacto suscrito con el Gobierno de Rodríguez Zapatero).
Pero, a su vez, ETA ha sido desde siempre el brazo armado del nacionalismo vasco en su conjunto. Poca duda cabe ya de que fue el instrumento de este en la limpieza étnica llevada a cabo con éxito contra la etnia «española» en la región vascongada, y soy consciente de que tal afirmación necesita todavía, en obsequio de algunos retardados, una explicación breve. Desde que Sabino Arana y Goiri fundó su partido allá por 1895, para el nacionalismo vasco no ha habido otra etnia vasca que la formada por los nacionalistas vascos. Los vascos no nacionalistas pasaron a ser españoles antivascos, no diferentes de los maquetos, aunque algo inferiores en grado (de modo análogo, afirmaba Arana Goiri , antisemita a tiempo completo, los cristianos judaizantes son peores que los mismísimos judíos). O sea, que a quienes disentimos del nacionalismo vasco, no nos vale haber nacido en Donostia o en Bilbao, ni apellidos vascos, ni hablar vascuence ni bailar la «ezpatadantza». Según los nacionalistas, somos los peores maquetos posibles.
Ahora bien, basta comulgar con Euskadi o autodeclararse «de Euskadi» para que cualquier español o grupo de españoles (incluidos colectivos de todo tipo, hasta partidos políticos antes españoles) sea prohijado por el nacionalismo vasco. Volverse vasco étnico es tan sencillo como convertirse al islam pronunciando la «shahada». La «shahada» vasca reza: «Euskadi es la patria de los vascos» . Y adentro, Patxi López.
En 1994, Otegui, recién salido de la cárcel, apareció por vez primera listas electorales de Herri Batasuna. También en 1994, el Partido Socialista de Euskadi (fusionado cinco años atrás con Euskadiko Ezkerra) admitió tácitamente el triunfo del nacionalismo étnico y ofreció a Herri Batasuna iniciar negociaciones con vistas a una futura convergencia. Ramón Jáuregui y Mario Onaindía pretendían así aprovechar la aparentemente definitiva disensión entre la izquierda abertzale y el PNV (sobrevenida tras el asesinato por ETA, en noviembre del año anterior, de Joseba Goikoetxea, antiguo dirigente de las juventudes peneuvistas y sargento de la policía autonómica). Jáuregui y Onaindía justificaban su iniciativa alegando que la izquierda abertzale no dejaba de ser izquierda y que, por tanto, su lugar estaba en la «casa común de la izquierda» (expresión semiplagiada de aquella otra de Gorbachov, la de la «casa común europea»). Después de todo, también los comunistas alemanes habían intentado algo parecido -sesenta años atrás y manejando parecidos argumentos- con el NSDP.
El plan falló en 1994 porque el PNV, oliéndose que los socialistas pretendían crear una especie de PNV de izquierdas (y sin ETA, lo que supondría el mayor inconveniente), hicieron rápidamente las paces con Herri Batasuna. El coste de la operación para Jáuregui no fue muy alto: Felipe González lo trasladó a Madrid antes de propulsarlo hacia el Parlamento Europeo . Más caro le salió a Nicolás Redondo Terreros enfrentarse al bloque nacionalista en la campaña de las elecciones autonómicas de 2001, en compañía del PP y con el apoyo de Basta Ya!, el movimiento liderado por Fernando Savater. Fue fulminantemente destituido tras la victoria nacionalista en las elecciones.
En fin, que, a mi juicio, el problema nunca ha sido Otegui, sino el PSOE y su hijuela vascongada, que ya habían entregado «gratis et amore» el Gobierno autónomo vasco al PNV: en 1936, en 1979-1980 (con la complicidad de UCD) y en 1986. La novedad de 1994 consistió en una tentativa (frustrada) de cambiar de amo y venderse a HB, izquierda étnica que, a su juicio, les permitiría blanquear el pedigrí. El contubernio de Sánchez con Bildu y Otegui, precedido por la cena navideña de Mendía con este último, podrán resultar todo lo repugnantes que se quiera a los españoles decentes , pero no son una novedad en la estrategia filoabertzale del PSOE, que se remonta a Indalecio Prieto. Es cierto que Otegui me produce arcadas, pero, en el fondo, entiendo a Sánchez Pérez-Castejón: le da menos asco pactar con ETA que pactar consigo mismo. Como bien decía el difunto Javier Arzalluz, para ir con los socialistas a cualquier parte, hay que taparse las narices.
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