El Rey. De salvadores y listillos
Pocas veces en los 35 años de democracia, las palabras de un personaje público han desatado reguero semejante de informaciones, opiniones, comentarios ligeros y hasta exégesis tan profundos que retuercen el análisis hasta límites sonrojantes. En escasas ocasiones, la opinión pública, en las variadísimas versiones ... que despliega hoy una sociedad de la información como la española, desde la clase dirigente hasta el “currito” o el asiduo al bar de la esquina, pasando por las webs, la opinión publicada y las redes sociales, se han dado por enterados y han reaccionado ante las diez palabras pronunciadas ayer por el Rey: “Lo siento mucho, me he equivocado; no volverá a ocurrir”. Y nunca antes, Don Juan Carlos había enviado un mensaje de disculpa por una acción concreta como la del polémico viaje a Botsuana, extremo condicionado, sin duda, por el contexto de crisis que padecemos los españoles, pero también, y esto es lo más importante, porque nuestra sociedad ha cambiado y sigue evolucionando a una velocidad vertiginosa y reacciona con inmediatez. De entre los que tienen voz propia y pueden hacerla notar, que hoy son muchísimos españoles, aun con riesgo de generalizar, me quedo con lo que no cambia en España: el perfil de los salvadores de la patria, que aprecian siempre la paja en ojo ajena sin ver la viga en el propio, y el de los listillos que siempre tienen la caña preparada para pescar en río revuelto. En el primero estarían los que haciendo del simplismo su habitual formulación de sugerencias, ya han situado a Don Felipe al frente de la institución, en aras de una modernización y rejuvenecimiento que yo comparto, pero que debe regirse por una adecuada planificación, unos pasos bien medidos y que, sobre todo, tendrá que apadrinarlas la propia Monarquía y los políticos democráticamente elegidos. En el segundo grupo aparecen los “aprovechadillos” como Cayo Lara (IU), que se apresuran a sacar tajada (como ya intentó sin éxito con el 15-M) de un patinazo real que en nada debe cuestionar el balance de una Monarquía que ha contribuido a unir a los españoles y a traer el bienestar a la misma sociedad a la que me refería antes. ¿Es legítimo defender hoy la República? Faltaría más.
¿Se pueden echar abajo 35 años de reinado? A mi juicio es una insensatez y el tiempo lo demostrará. Otra cosa es que la institución, como todas
las demás, tenga que adaptarse a la exigencia de los tiempos: más transparencia y más cercanía. En momentos de apuro, el Rey ha vuelto a demostrar intuición y acierto. Pero, a pesar de los cambios, que vendrán, España seguirá siendo un país (aunque no solo) de salvadores y listillos. ** Manuel Erice es subdirector de ABC.
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