Rivera se desmarca de la estrategia de Ciudadanos y Arrimadas no se da por aludida

La líder de Cs decía estas palabras desde la tribuna de oradores del Congreso con la palma de su mano izquierda abierta ante sí, invitando a estrecharla a los socialistas que precisan «antiemético» – Guillermo Fernández Vara «dixit» – para digerir los pactos con Arnaldo Otegui . Nada menos. Ayer la ministra de Hacienda, María Jesús Montero , exhibió facultades de funambulista para regar los oídos de todos los grupos pese a los vetos cruzados que sobrevolaron la Cámara Baja.

A Arrimadas, de mujer a mujer, le agradeció su valentía por dar un paso al frente para liderar un partido político y por atreverse a enmendar la estrategia de su antecesor, «situado en la foto de Colón». En Cs, pese a la finta de la ministra, estaban satisfechos. Tanto en la dirección como en el grupo parlamentario la sensación es que ahí queda el mensaje.

Hay fuentes del partido que sitúan más lejos que hace unas semanas el acuerdo, pero advierten: existe una mayoría alternativa sin los republicanos ni los «abertzales»; si el presidente la ignora, se evidenciarán sus preferencias. De momento, Cs rechazó ayer las enmiendas a la totalidad y con ello avaló la tramitación de las cuentas , pero dejó claro ya que no coincidirá en la votación final con ERC ni Bildu.

La sospecha de que Sánchez solo les quiere para «blanquear» sus alianzas está ahí. Y algunos reclamaban un movimiento tajante desde hace tiempo, más tras «el atropello» para sumir en el ostracismo la enseñanza del castellano en Cataluña.

En la dirección de Cs pesa todavía el varapalo electoral del 10-N, en el que cayeron de 57 a diez diputados, y consideran que en parte es porque no supieron demostrar que Sánchez nunca quiso nada con Cs. El presidente tenía la excusa perfecta, porque acudieron a la cita previa con un veto inamovible. Un particular «no es no».

El propio Albert Rivera admite en su libro «Un ciudadano libre» que uno de sus «errores» fue no lograr «desenmascarar» a Sánchez. Ayer lo presentó en Zaragoza, donde cargó duramente contra los Presupuestos y contra el estado de alarma de seis meses . Subrayó después, eso sí, que nada iba dirigido a la cúpula de Cs, cuya estrategia es justo la opuesta.

El exlíder de Cs dijo que habría necesitado «escolta» ante sus votantes por las cesiones a «la banda» si hubiese pactado con Sánchez. Pero obvia deliberadamente que con un pacto entre PSOE y Cs tras el 28-A, los independentistas serían hoy irrelevantes.

Arrimadas, con riesgo de perderse en tierra de nadie, intenta quitar las garras separatistas de los PGE o, en su defecto, retratar por fin a Sánchez. Preguntada por las declaraciones del expresidente de Ciudadanos, no se ha dado por aludida. «No se está refiriendo a nosotros», a la actual dirección del partido, ha dicho Arrimadas, sino «a la situación actual».