España va bien
Retrospectiva en el Salón de Plenos sobre la España democrática. Los ojos mesopotámicos de Adolfo Suárez se pierden por unos instantes en el horizonte de estos últimos veinticinco años a la búsqueda del tiempo ganado. Aquello que pudo prometer y prometió ante la incredulidad ajena ... es hoy una democracia consolidada. El tiempo hace imperceptible la madurez de personas y regímenes. Durante mucho tiempo Don Juan Carlos era «el joven Rey...» y un día cualquiera dejó de ser tan joven. Quizá fue en la noche del 23-F.
No han de ser estos fastos conmemorativos coartada para abandonar en la nostalgia, sino para espolear a quienes en el presente han de enmendar lo mejorable. Y en medio de tanta barahúnda, esta tregua histórica no venía nada mal para hacer el balance ineludible. Sus señorías parecían haber dejado los dardos en sus casas, aunque tan solo fuera para hacer una «puesta en común» que permite afirmar sin paliativos que a la inmensa mayoría de España es mucho más lo que la une en lo básico y esencial, que lo que la separa. Que las huelgas son parte, precisamente, de esta voluntad inmensa de conservar lo que ya es un valor consolidado. Desde el escaño Adolfo Suárez ensaya en su memoria las contradicciones de su propia obra. Que hoy parece más necesario hacer en la calle normal lo que en la ley es simplemente normal. Gregorio Peces Barba cita a Azaña para invocar «paz, piedad, perdón», mientras Felipe González, sentado junto a Suárez y Calvo-Sotelo, contempla casi incrédulo a este grupo del PSOE al que no lo conoce el mismo que lo parió. Nada más terminar la sesión, R. Zapatero se levanta raudo para saludar.... a Adolfo Suárez. Con González tendrá tan solo un breve roce.
No viene mal hacer un alto en el camino para asimilar el hecho histórico: España ha vivido en estos veinticinco años el más largo periodo de su historia en paz y libertad. Parece que hemos aprendido todos. ¿Todo?... No. Aquí solamente quedan ETA y sus cómplices al margen de la más bella historia jamás vivida. En los escaños hay algunos vacíos dolorosos sabiamente recordados por Fernando Álvarez de Miranda... Son ya mil los muertos por ETA. Mil héroes que obligan a recordar que todavía hay una democracia inconclusa por culpa de unos pocos, muy pocos, empecinados en mantenerse dentro de un reducto ucrónico y ahistórico, marginal y carente de sentido
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