Dividir a Podemos

En el circuito de las apuestas, la tesis de que Iglesias no reblará cotiza diez a uno. La sombra de las urnas es tan abrumadora que casi todo el mundo –políticos, periodistas, analistas, tertulianos, demóscopos y twiteros– las da por inevitables. Pero la unanimidad no es total. Una tozuda minoría insiste en que, al final, sobre la bocina del 23 de septiembre , el líder podemita acabará aceptando el ofrecimiento de Sánchez: acuerdo programático y cierto relieve institucional en organismos que no interfieran en la acción del Consejo de Ministros . Hay quien dice que Iglesias ya está pidiendo, en la intimidad, una salida digna para que su rendición de última hora no le deje a los pies de los caballos. ¿Cabe la posibilidad de que esa opinión minoritaria –la del acuerdo in extremis– ande mejor encaminada que la que ha hecho fortuna en los círculos más concurridos de la vida pública? ¿Puede ser cierto que Iglesias está pensando en claudicar?

Lo que ha trascendido hasta ahora es que en la reunión de casi cinco horas que celebraron el jueves los negociadores de ambos partidos, la delegación socialista insistió hasta la saciedad en dar por irreversible la negativa al gobierno de coalición. «Esto no es táctica, no habrá coalición. Si queremos avanzar, tenéis que asumirlo», dijeron varias veces María Jesús Montero y Adriana Lastra . En la delegación podemita, en cambio, las posturas no fueron tan monolíticas. El núcleo duro – Echenique , Belarra – respondió al mensaje del PSOE con otro de firmeza equivalente: «Sin coalición no habrá investidura». Pero los representantes de IU , En Marea y En Comú Podem mostraron una actitud menos recalcitrante: «Sigamos hablando. Hasta el rabo, todo es toro». Basándose en esa diferencia de criterio, algunos defienden que la presión interna de las confluencias logrará que Iglesias dé un volantazo antes de despeñarse por el precipicio.

La portavoz Celaá alimentó esa tesis en la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros. Dio a entender que Iglesias no les ha contado a sus socios toda la verdad sobre lo que el Gobierno ha ofrecido en el transcurso de la negociación y que el acceso a información de primera mano hará que a muchos se les caiga la venda de los ojos. ¿Pero lo cree de verdad? ¿Los socialistas están dispuestos a agitar las aguas subterráneas en Podemos para que Iglesias acabe suscribiendo un pacto que ni siquiera Sánchez, en el fondo, quiere que se suscriba? Lo cierto, en mi opinión, es que el discurso gubernamental no va dirigido a evitar la repetición de las elecciones , sino a preparar el terreno para sacar de esa repetición electoral –que de hecho desean– el mayor beneficio posible. Divide y vencerás. Si consiguen sembrar la discordia interna en Podemos durante estos días, la pesca en las urnas de noviembre les resultará más propicia. Pincho de tortilla y caña a que por ahí van los tiros.