Ciudadanos da por zanjadas las hostilidades con el PP tras la caída de la dirección de Casado
Génova avisó a los liberales de que Fran Hervías no seguirá a sus órdenes antes de que trascendiese
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Iniciar sesiónUn suspiro de alivio recorre estos días el número 253 de la madrileña calle de Alcalá. En la sede nacional de Ciudadanos (Cs) cunde la tranquilidad de que, de ahora en adelante, la complicada tarea de reconstrucción del centro liberal no requerirá una mirada ... constante al retrovisor. En el núcleo duro de Inés Arrimadas confían en que la caída de la dirección de Pablo Casado , que hace justo un año inició una 'opa hostil' sobre Cs, suponga el fin de las hostilidades entre los dos partidos.
No es solo un acto de fe. Desde que se convocó el congreso extraordinario del PP, que se celebrará el primer fin de semana de abril, ha habido contactos entre Génova y Alcalá para limar asperezas y abordar un nuevo marco de relaciones de guante blanco.
El primer gesto de distensión, muy significativo, fue la comunicación previa a la ejecutiva de Cs de que Fran Hervías , fichado de la formación naranja por Teodoro García Egea para acabar con su expartido, no continuará trabajando en la Secretaría General de los populares.
Entre dirigentes y trabajadores de Cs, el karma, energía que equilibra las buenas y malas acciones, ha ganado nuevos adeptos. «Compañeros de todos los territorios de España nos llamaban para contarnos que Hervías había estado por allí intentando comprar voluntades», garantizan en Cs. El inicio del conflicto, el 10 de marzo del año pasado, fue la moción de censura que el PSOE y Cs lideraron contra el PP en la Región de Murcia .
La intervención de García Egea fue clave para que no prosperase y que el barón popular Fernando López Miras continuase en la Presidencia regional. Unos días después, tras la traición de cuatro de los seis diputados autonómicos de Cs a su palabra firmada, Hervías, exsecretario de Organización y responsable de la expansión nacional de Cs con Albert Rivera, dio el salto a Génova para trabajar directamente a las órdenes de García Egea.
Vuelta a la «normalidad»
Fuentes de Cs, en conversación con este diario, explican que Casado intentó siempre desentenderse de las operaciones que se iniciaron entonces, con un goteo de bajas de Cs que buscaban acomodo en el PP acusando a Arrimadas de haber capitulado ante el sanchismo. «Él, como líder de su partido, no podía desentenderse de lo que estaban haciendo su número dos, Alberto Casero y Hervías», sentencian.
Pero esa pesadilla, celebran en Cs, ha acabado. A partir de ahora, «la normalidad» regirá en sus contactos con el PP, con el que los liberales todavía comparten el Gobierno de la Junta de Andalucía. Los populares, insisten las fuentes consultadas por este periódico, les han trasladado ya, en este periodo de transición hacia el liderazgo de Alberto Núñez Feijóo, su intención real de apaciguamiento.
La guerra total que se abrió en 2021 en el centro-derecha, por tanto, cesa por completo. Y este alto el fuego permanente se produce además en un momento en el que el PP ha introducido por primera vez en un ejecutivo a Vox, dando entrada a los de Santiago Abascal en el Gobierno de Castilla y León. Arrimadas, en el documento estratégico de la V Asamblea General de Cs -en la que fue elegida como sucesora de Rivera- marcó como líneas rojas los gobiernos con populismos, bien a derechas o a izquierdas. Sin embargo, la líder de los liberales también ha trasladado en alguna ocasión que el PP, Vox y Cs están condenados a sumar de una u otra manera para desalojar a Sánchez del Palacio de la Moncloa.
Con la entrada de Vox en su primer gobierno autonómico , Cs gana otro flanco para advertir de los riesgos de polarización de la sociedad. Un aviso que hasta ahora solo podía lanzar a los votantes de centro-izquierda, por los ejecutivos que comparten el PSOE y Unidas Podemos, apoyados además externamente por nacionalistas. «Es un drama que el futuro de España pase por que el populismo esté en todos los gobiernos», dijo el diputado Guillermo Díaz el jueves, en el Congreso, momentos después de conocerse el acuerdo para gobernar en coalición entre Alfonso Fernández Mañueco y Juan García-Gallardo.
Cs es consciente de que sus errores en el pasado dificultan sobremanera su supervivencia política. Pero insiste en el mensaje de que España debe parecerse más a Europa con acuerdos entre sus tres grandes familias políticas: socialdemócratas, conservadores y liberales. Con Núñez Feijóo al frente del PP, creen en Cs, será más fácil para ellos apelar a ese votante de centro liberal que si la líder de los populares hubiese sido, por ejemplo, Isabel Díaz Ayuso, quien en el aspecto económico es más cercana a sus postulados. «Feijóo es de la vieja guardia. De ese PP más tecnócrata que ideológico, y eso nos viene bien», dicen en Cs.
Demostrar utilidad
Lo que debe hacer ahora Cs, sostienen en el partido, es acertar, no cometer errores y demostrar utilidad con banderas que nadie más defiende. La semana pasada se vio un ejemplo claro en el Congreso, con la toma en consideración de la proposición de ley de Cs para proteger a los enfermos de ELA . Una iniciativa que -después de haber sido vetada por el Gobierno hace unos meses por aumentar el gasto previsto- cosechó el apoyo unánime de la Cámara Baja el martes.
El próximo escenario electoral a la vista, el andaluz, puede suponer un punto de inflexión para Cs para bien o para mal. En el partido, pese a caer a tan solo un procurador en Castilla y León, han celebrado su permanencia en un momento delicado para ellos, tras haber desaparecido el año pasado de la Asamblea de Madrid. Pero en la dirección liberal ven el vaso medio lleno. Asumen que la moción murciana, en parte impulsada para intentar tapar su debacle en Cataluña, fue un cataclismo, pero observan una mínima tendencia ascendente.
En la Comunidad de Madrid cayeron al 2 por ciento en intención de voto, pero con Edmundo Bal subieron a un insuficiente 3,57. En Castilla y León, en febrero, subieron al 4,49, rozando el 7 por ciento en la provincia de Valladolid, donde Francisco Igea revalidó su escaño. Ahora, en Andalucía, el objetivo es superar el resultado de Castilla y León cuando se convoquen las elecciones, que especulan que pueden irse a noviembre por la crisis en el PP. El cálculo en Cs es que en España hay dos millones de personas en el centro. Seducirlos es ahora su última misión.
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