Calvo, Ábalos y Redondo salen cuestionados en una semana negra para el Gobierno

Muy poco tardó el presidente de Aragón, Javier Lambán, en celebrar, en un exceso de optimismo, que «se den por rotas las relaciones con los separatistas». Y apuntaba a que ahora Pablo Casado «ya no tiene excusas, pancartas ni soflamas». Nada dijo de Ciudadanos, convocante también de la manifestación de hoy. Ni lo dirán, porque los principales barones del partido saben que para seguir gobernando después del 26 de mayo a buen seguro tendrán que mirar hacia Albert Rivera.

Porque el conflicto interno generado esta semana va exactamente de eso. Un relato del pánico de los líderes territoriales por sufrir el síndrome de Andalucía. «Yo estoy haciendo todo lo que puedo para ganar las elecciones. Pero es que ellos están haciendo todo lo contrario que hay que hacer para ganar las elecciones», manifestaban con alto grado de enfado desde una federación que gobiernan los socialistas.

Si desde Ferraz y Moncloa se afea la «falta de prudencia» de éstos, desde las presidencias autonómicas se critica el «confuso» relato de las negociaciones y se cuestionan los mensajes emitidos por la número dos del Gobierno durante toda la semana. Pero no solo a ella. Durante la semana muchos ojos se han puesto también en el secretario de Organización del PSOE, José Luis Ábalos, que ha estado buena parte de la semana con agenda en México como ministro de Fomento.

Y es que los dos cargos del PSOE con más peso específico dentro del Ejecutivo salen damnificados después de esta semana de crisis. Si a la vicepresidenta se le achacan los errores en la comunicación, esencialmente haber asumido «tan a la ligera y sin saber explicarlo» la figura del relator.

También dudan de su línea argumental: «No nos queda muy claro qué ha cambiado hoy desde que nos enteramos de la gran relación que tenía con Elsa Artadi y Pere Aragonès », se cuestiona desde una federación que no es de las habitualmente críticas con Sánchez.

La semana ha generado muchos roces que vienen de lejos y que no sanarán a corto plazo. Por ejemplo desde la federación de Castilla-La Mancha se cuestiona que fuese el secretario de coordinación territorial, Santos Cerdán, la persona que llamase el miércoles a Emiliano García Page. Desde luego aseguran que no se produjo «ninguna llamada al orden» y aseveran «el favor se lo hacemos nosotros cogiéndole el teléfono» porque «esa llamada la tenía que haber hecho Ábalos».

Desde Ferraz también se ha vivido con angustia estos días. Existe una defensa cerrada de la estrategia del Gobierno, pero el enfrentamiento soterrado con los tiempos y las formas comunicativas del Gobierno es alto. Tuvo que ser desde el partido desde donde se elaborase un argumentario para tratar de clarificar las ideas . Además, los recelos sobre la figura del jefe de gabinete de Sánchez, Iván Redondo, están al máximo. A él se atribuye la idea del frenazo en los contactos después de que, como indican en el Gobierno, «no participase» en los contactos con la Generalitat.