El asesino de Ordóñez y otros cuatro etarras, expulsados del colectivo de presos
Apenas unos días después de que se hiciera pública la sentencia del Tribunal Supremo que ha cortado definitivamente el grifo de las ayudas a los familiares de reclusos etarras para visitarlos en cárceles situadas fuera del País Vasco y de la manifestación que, rozando la ... ilegalidad, llevó a la calle a miles de vascos exigiendo el acercamiento de internos, el colectivo de presos de ETA ha anunciado el inicio de encierros y huelgas de hambre para hacer frente a la «cruenta política penitenciaria» del Gobierno. Además, ha expulsado a cinco terroristas por haberse situado fuera de la «disciplina y protección del EPPK».
Entre los internos «sancionados» se encuentra el histórico del «comando Donosti» Valentín Lasarte, condenado a más de 300 años de prisión por los asesinatos, entre otros, de Gregorio Ordóñez y Fernando Múgica. Los otros cuatro expulsados son Ignacio Recarte, Jorge Uruñuela, Andoni Muñoz y Esteban Murillo, éste entregado por Francia hace sólo dos meses.
Lasarte, que ya no figuraba en la última lista del colectivo de presos etarras, fue uno de los primeros beneficiados por la política de acercamiento del Ministerio del Interior. Su disposición a trabajar en el economato del centro penitenciario ha sido otro de los factores que el colectivo de presos habría interpretado como un auténtico desmarque del grupo. Y ello porque el EPPK considera que sus presos deben acatar las directrices de la banda y participar en bloque en los actos de protesta que se organizan en las cárceles, como «txapeos» (encierros en la celda) o concentraciones en el patio, y en ningún caso incorporarse a actividades orientadas a la reinserción: hacerlo supondría aceptar la autoridad de Instituciones Penitenciarias.
Los últimos expulsados
La expulsión de etarras por romper la disciplina de la banda criminal no es nueva: una de las más sonadas fue la del histórico Francisco Múgica Garmendia «Pakito», en diciembre de 2005, por parte de la propia dirección de ETA. «Pakito» y otros cinco presos habían firmado un escrito en el que abogaban por el abandono de las armas. Otro de los asesinos históricos de la banda, José Luis Urrusulo Sistiaga, siguió el mismo camino. Respecto a la expulsión por parte del colectivo de presos, las últimas, las de José Luis Álvarez Santacristina «Txelis» y Kepa Picabea, se produjeron en 2008.
Las expulsiones coinciden con el inicio de una serie de protestas por parte del propio EPPK, que se prolongarán durante todo el año e incluirán huelgas de hambre y encierros en las celdas. El motivo formal es denunciar la «represión» y «hacer frente a esta cruenta política carcelaria». La realidad es que el colectivo de presos intenta frenar el creciente malestar que hay entre parte de los reclusos de la banda, sobre todo los más veteranos, que ven cómo pasan los años, ellos siguen encarcelados y ETA no sólo no consigue ni uno solo de sus objetivos, sino que además cada vez está más débil, más «agujereada»y con menos apoyo social.
Miedo a represalias
«Para hacer lo que estamos haciendo, es mejor dejar las armas», es el planteamiento de un grupo de internos etarras cada vez mayor, que si no se deciden a dar el paso de abandonar la disciplina del colectivo es, simplemente,por el miedo a las represalias que podrían sufrir ellos y sus familiares. Y es que a partir de ese momento, los allegados dejarían de recibir ayudas de sus organizaciones para visitar a sus seres queridos.
En cualquier caso, es evidente que aún existe un número importante de individuos que se mantienen en la ortodoxia y que funcionan como «estructura militar». Para ellos es importante que haya un seguimiento masivo de las protestas, pues quieren demostrar que siguen controlando al colectivo. No obstante, en los últimos años el seguimiento de estas protestas ha sido menor que antaño.
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