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Enquiridión

¿Conflicto a gran escala?

El presunto rehén Pedro Sánchez ha empezado a hacer cosas que el empeño de seguir en la Moncloa no explica satisfactoriamente

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en su encuentro con la presidente de Navarra, María Chivite EP

Álvaro Delgado-Gal

Desde que se formó el actual Gobierno, se ha juzgado a Pedro Sánchez aplicando el equivalente a un deflactor en economía: así como el PIB real no es el que reflejan los precios, sino estos ajustados por la inflación, se ha tendido a pensar ... que, para obtener el perfil auténtico de Sánchez, había que corregir su política visible teniendo en cuenta la presión que sobre él ejercen sus socios en el gabinete de ministros o en el Congreso. En otras palabras: el presidente sería rehén de Pablo Iglesias y de Esquerra, o, lo que es lo mismo, Sánchez estaría haciendo, no lo que él prefiere, sino lo que está obligado a hacer teniendo en cuenta los compañeros de viaje que se ha dado. Confieso haber participado de esa opinión, a partir esencialmente de dos premisas. En primer lugar, las declaraciones del propio Sánchez, quien explicó de modo por entero convincente, antes de celebrarse las elecciones, por qué no quería juntar garbanzos con Unidas Podemos. En segundo lugar, lo inviable, a medio/largo plazo, de su alianza con partidos manifiestamente anticonstitucionales. Pero el presunto rehén parece estar muy a gusto donde está. Es más, el presunto rehén ha empezado a hacer cosas que el mero empeño de seguir en la Moncloa no explica satisfactoriamente.

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