Mucha chapa y mucha pintura

Como ya es habitual, la única que dijo en voz alta lo que muchos piensan fue Esperanza Aguirre , que ya al llegar comentó en la puerta que está muy bien la renovación de formas, pero está por ver si también se renueva el fondo del PP . O sea, si el coche en el que se quiere subir para ganar las elecciones generales se va a tener que conformar con una mejora de una buena capa de chapa y pintura o por fin Mariano Rajoy le va a meter en un taller para que le hagan un tuneado en profundidad, que es lo que esperan los votantes, además de los militantes de su partido.

Para tener una pista de lo que va a pasar habrá que esperar a lo que Rajoy anuncie hoy, en lo que ayer se anticipaba como un discurso de mucho calado. Por lo que dijo en su breve saludo de ayer, acompañado con más amplitud por las palabras de María Dolores de Cospedal , de momento los dirigentes populares se conforman con apelar al voto del miedo ; aparte de hablar de ellos mismos y de la dura tarea que han tenido que llevar a cabo en los últimos cuatro años, solo mencionan el peligro de que Podemos se haga con el poder en España . De momento, ni un atisbo de generar ilusión.

La ilusión, ciertamente, no es el sentimiento que defina el estado anímico del PP en estos momentos, lo que se percibe en cuanto se reúnen un buen número de sus militantes en cualquier lugar. Ayer, en los pasillos del Pabellón de Ifema se repartían abrazos a modo de pésame a tanta figura ilustre del partido que habrá ganado las últimas elecciones, pero ha perdido el poder. Luisa Fernanda Rudi, José Antonio Monago, José Ramón Bauzá, Alberto Fabra, Juan Ignacio Zoido, Rita Barberá ...Demasiados ex, sustituidos por los jóvenes vicesecretarios generales entre un recelo bastante generalizado de que Andrea Levy, Javier Maroto e incluso el ubicuo Pablo Casado , al que van a tener que clonar, estén en disposición de poder rellenar los huecos que los veteranos están dejando.

La falta de ilusión no se traduce, sin embargo, con críticas a la dirección del partido o al Gobierno, al menos de momento. Es salir Rajoy o Cospedal al escenario, y venirse el auditorio abajo con tanta ovación. Los peros se dedican mayormente al nuevo logo. «Mira que encerrar a la gaviota...», se lamentaba una de las veteranas. «Vengo a ver si además de jugar al parchís, vamos a hacer política en serio», sentenció un destacado alto cargo popular (sí, de esos con los que ahora se reúne Rajoy en Génova una vez a la semana).

«Me encanta el logo, me encanta...» , repetía por los pasillos Juan Vicente Herrera para zafarse de todos los periodistas que trataban de registrar cualquier declaración que quisiera hacer, pero él no lo quería. Como las personas que transforman su «look» no tienen garantizada la conquista del sexo opuesto, los populares no tienen claro que sus nuevos símbolos se vayan a traducir en muchos, exactamente, dos millones y medio de los votos que necesitan.