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Jesús Posada, el éxito del hombre invisible

El presidente del Congreso tiene una pasión por el poder casi funcionarial, como hereditaria. Su padre fue alcalde y gobernador civil

Jesús Posada, el éxito del hombre invisible Iván Mata

Por Ignacio Camacho

La frase más célebre de Jesús Posada Moreno, aunque tal vez no fuese original suya, la pronunció cuando era miembro del Gobierno Aznar, que lo fue en dos carteras: «Nunca han echado a un ministro por no hacer nada». Así, como la luz por las ... ventanas, ha pasado por la vida pública este hombre afable, reposado, buen conversador, alérgico a la bronca, el ruido, la competitividad y los líos: una versión soriana de su amigo Mariano Rajoy, con quien comparte, además de la afición por charla y -antes- por los puros, una visión de la existencia relajada y paciente, refractaria a la tensión del conflicto. Le separan del presidente el instinto de poder y la pasión por la política, que en Posada es más bien una inclinación funcionarial y como hereditaria, dinástica; su padre fue alcalde y gobernador civil y él mismo pasó su infancia en esos caserones palaciegos, como el del Temple en Valencia, llenos de cortinajes y retratos de próceres, donde los guardias se cuadraban ante el niño que correteaba por los pasillos.

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