Las consultas independentistas de 2009 que acabaron en fracaso

El punto de partida del desafío de las consultas secesionistas tuvo lugar entre 2009 y 2011 tuvo como punto de partida la consulta del 13 de setiembre de 2009 en Arenys de Munt . Se celebró únicamente a nivel local bajo la siguiente pregunta: «¿Está de acuerdo en que Cataluña pase a ser un Estado de derecho, independiente, democrático y social, integrado en la Unión Europea?».

Unos meses antes, el ayuntamiento de Arenys de Munt había aprobado la propuesta, pero Juzgado de lo Contencioso número 14 de Barcelona decidió anular la decisión porque el pleno se había «extralimitado en sus competencias», por tanto, tuvo que celebrarse fuera del consistorio, en un centro privado. La Justicia decidió anular la convocatoria, pero en Arenys de Munt sacaron las urnas a la calle, una posibilidad que podría repetirse en 2014 .

La participación fue inferior a las elecciones generales o a la propia consulta del Estatuto de 2006. Solo acudieron a votar 2.671 personas de las 6.500 convocadas en la localidad. El «sí» arrasó con el 96,18 por ciento de los votos, pero la consulta provocó mucha crispación y pocos resultados legales.

El diciembre de 2009 fue otro mes clave en en el calendario independentista con una oleada de consultas que abarcó hasta 166 municipios catalanes. La iniciativa fue de varias entidades que, amparadas por las arengas de partidos como CDC y ERC, decidieron sacar las urnas a la calle para preguntar a unos 700.000 catalanes.

Como en la actualidad, los convocantes aprovecharon un momento de gran agitación política en Cataluña para colar su mensaje independentista después de la convocatoria de Arenys de Munt . Tres años antes y ya bajo el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, se había aprobado el polémico Estatuto de Cataluña, que no contentó ni a unos ni a otros, pero que había sembrado la crispación en ambas facciones de la opinión pública.

La cita no cumplió con la validez legal. Fue una consulta que no contaba con el aval de las instituciones españolas y contra la que PP y PSOE se habían opuesto enérgicamente. Incluso, el ministro de Política Territorial, Manuel Chaves, le restó importancia y la calificó de «acto de propaganda política» con el que estos partidos satisfacían al sector de sus votantes más radical.

El resultado fue un rotundo fracaso. De los 700.000 personas convocadas a las urnas, solo acudieron unas 200.000. Los catalanes, simplemente, decidieron ignorar la convocatoria: la abstención alcanzó el 70 por ciento. Solo acudieron a votar los más radicales: el «sí» aglutinó el 94 por ciento de los votos emitidos aquel día. Este fracaso dejó un mensaje muy claro: los catalanes estaban cansados de que les vilipendiaran.

Los meses continuaron y el número de consultas ascendió a 553 en toda Cataluña. El 10 de abril de 2011, Barcelona puso el broche final a esta oleada independentista. Un total de 257.645 barceloneses acudieron a votar. La cita electoral se saldó con un nivel de participación de 18,14 por ciento. Como ya era costumbre, solo los independentistas se tomaron en serio la convocatoria, por lo que el «sí» volvió a arrasar.

Poca participación y el único voto radical son las dos características que protagonizaron estas cinco oleadas de consultas, cuyo resultado acabó cayendo en el olvido.