Un imán de Orense lideraba la principal red de venta de ropa falsificada en España

Los cabecillas de la red son los miembros de una familia marroquí asentada en Ginzo de Limia (Orense), entre ellos el imán de la mezquita, Muhammad Nouri. Encargaban la ropa y el calzado a varias fábricas del norte de Portugal (se han desmantelado diez) y la introducían en España en furgonetas. Luego, las prendas falsificadas se distribuían por toda España a través de empresas de paquetería.

El grupo contaba con una red de «delegados zonales» que recibían la mercancía en la práctica totalidad de las provincias de España . La depositaban en pisos-almacén y la iban sacando a la venta. El principal mercado que absorvía estos productos era el «top manta» en lugares con grandes proporciones de negocio, como el madrileño barrio de Lavapiés o la ciudad Marbella, zonas de las que eran los principales proveedores.

En los dos últimos años movieron 235 toneladas e ingresaron 5,5 millones de euros. El siguiente paso era blanquear los beneficios, una parcela a la que la trama dedicó grandes esfuerzos. Los «delegados zonales» ingresaban la recaudación en cuentas bancarias a nombre de terceras personas, meros testaferros. Utilizaban el sistema del «pitufeo»: no ingresar nunca más de 3.000 euros para evitar controles de Hacienda. Seguido, los cabecillas de la red sacaban el dinero en cajeros automáticos de Orense, ya que tenían en su poder las tarjetas de crédito de los testaferros.

Uno de estos «hombres de paja» era el imán de la mezquita de Orense , que figuraba en varias cuentas bancarias y que también ha sido detenido. Ambos templos (Ginzo y Orense) fueron usados para esconder dinero, cartillas bancarias y 60 tarjetas de crédito. Además, la mezquita de Ginzo de Limia, liderada por el cabecilla Muhammad Nouri, recibió unos 100.000 euros en donativos de la organización desarticulada.

Para las tareas de blanqueo también usaban el sistema «Hawala» , un método de transferencias muy utilizado entre los musulmanes. En estos «pagos por compensación» no hay movimiento físico de dinero ni registros contables , ya que se basan en una red de avalistas en los países de origen y destino del dinero. La mayor parte del beneficio terminaba por esta vía en Marruecos, donde, según confirman a ABC fuentes de la investigación, «invirtieron principalmente en negocios inmobiliarios».

Empresas ficticias

La trama delictiva también contaba con cinco empresas ficticias, dos de ellas domiciliadas en Ginzo de Limia, aunque ninguna estaba dada de alta en el Registro Mercantil. En los 117 registros se han incautado de un millón de productos falsos, además de armas.

El director general de la Policía, Ignacio Cosidó , destacó ayer el «opaco» sistema de blanqueo que utilizaron, así como la «calidad» de las falsificaciones. La «operación Laika», en la que han intervenido cien policías, se inició en septiembre de 2012 gracias a una pista obtenida en un registro en el polígono Cobo Calleja (Madrid).