'Ser más papistas que el papa' tiene consecuencias

Según datos del Parlamento Europeo, el PIB de los 27 países de la UE podría sumar 279.000 millones de euros, si se redujeran a la mitad las restricciones actuales a los servicios y las barreras que pesan sobre el mercado único. De hecho, nuestro país sería uno de los que más se podría beneficiar de una aplicación plena de la directiva de Servicios que se aprobó en 2006. De aplicarse esta normativa europea el PIB español crecería 3,6 puntos y la productividad un 9%, según datos de Copenhagen Economic. Pero casi dos décadas después de la aprobación de esta norma que establece la libertad de prestar servicios dentro de la Unión, y que debería haber permitido crear un mercado único, lo cierto es que las barreras para esta prestación de servicios siguen siendo enormes, especialmente en países como España. En el ámbito comercial, por ejemplo, solo hay dos países que superan a España en restricciones para el ejercicio de la actividad comercial y para la apertura de nuevas tiendas: Austria y Francia. Y además, en nuestro país el problema no es solo que no haya mercado único en Europa, es que no lo hay dentro del propio país con las múltiples legislaciones y trabas autonómicas y municipales.

Recuerda Anged, la patronal de grandes empresas de distribución, algunas de las trabas con las que se encuentran a la hora de abrir nuevas superficies comerciales, o en el propio desarrollo de la actividad. Así, por ejemplo, cinco comunidades autónomas (Cataluña, Asturias, Aragón, Navarra y Valencia) tienen un impuesto específico para los grandes establecimientos comerciales que, en teoría, gravan el supuesto impacto ambiental de tiendas de más de 2.500 metros cuadrados. Además, en Cataluña hay un impuesto para bebidas azucaradas y un recargo del IVA. España es, además, el único país de Europa que tiene un impuesto especial sobre los envases de plástico no reutilizables, y es también el único que endureció la fiscalidad sobre los sistema de refrigeración alimentaria.

Los comercios españoles están sometidos además a unas obligaciones sobre los etiquetados de los envases que son diferentes a las que prevé el próximo reglamento europeo y que va a hacer anticipar a las empresas una inversión, que luego tendrán que duplicar cuando haya que adaptarse a la nueva normativa europea. Y por si esta fuera poca regulación, el Gobierno ha adelantado cinco años, al próximo mes de enero, las obligacione de introducir en los lineales un cierto número de envases reutilizables, para lo que no estamos preparados, y que, apuntan en Anged, a corto plazo puede generar un mayor impacto ambiental porque muchas empresas van a tener que llevar a otros países como Francia o Alemania sus envases reutilizables.

El ser más papistas que el papa, e intentar ponerse la medalla de ser los primeros puede estar muy bien para el Gobierno de turno, pero no tiene en cuenta los problemas que eso está provocando a nuestras empresas, que con tantas regulaciones no están siendo todo lo competitivas que deberían. Sobre todo porque en un mercado global tienen que competir con firmas americanas y asiáticas mucho menos reguladas.